¿Verdad o falacia? El faraón Keops prostituyó a su hija para pagar la Gran Pirámide

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Por Manuel P Villatoro de ABC Historia,- (LECTURAS PARA FIN DE SEMANA) La noticia copó ayer periódicos, televisiones y radios; y no es para menos. Un nuevo estudio publicado por ‘Nature’ ha confirmado la existencia de un pasadizo secreto en la Gran Pirámide de Keops, la única de las siete maravillas del mundo antiguo que todavía sigue en pie. Y, como era de esperar, los egiptólogos lanzaron sus teorías: «En mi opinión, por cómo está construido este pasadizo, puede esconder o estar protegiendo la cámara funeraria de Keops». Porque sí, el monarca sigue, milenios después, enfocado por la actualidad.

Sin embargo, lo que tiende a olvidarse es que –además de los enigmas que ya atesora de por sí esta tumba– existen otros tantos atribuidos al monarca que la mandó edificar. De él se dice que fue un soberano cruel y que estaba tan obsesionado con terminar su mausoleo, que llegó a prostituir a su hija para poder pagar los gastos. Una teoría que no comparte Aroa Velasco, historiadora especializada en el Antiguo Egipto y autora de la página web ‘Papiros perdidos’: «Existen mucha leyenda negra en relación a Keops (Jhufu)». Hoy, se propone derrumbarla mito a mito, y vaya que no hay.

Déspota

Una vez comenzado su reinado, Keops pasó a la historia como un rey tirano y cruel que dirigía al pueblo con mano dura. Esta actitud contrastaba con la de su padre. Sin embargo, la realidad es que esta visión tan negativa ha llegado hasta nuestros días de la mano de Heródoto de Halicarnaso; un historiador griego que, deseoso de recopilar la historia de los faraones, viajó hasta Egipto dos milenios después de la muerte de Jhufu y se dedicó a crear un perfil de nuestro protagonista en base a los testimonios locales. Así fue como formó opiniones como la que afirmaba que Keops era un déspota. Algo que deja sobre papel en sus textos:

«Hasta el reinado de Rampsinito, según los sacerdotes, estuvo el Egipto en el mejor orden y en gran prosperidad; pero Keops, que reinó después, precipitó a los egipcios en total miseria. Primeramente, cerró todos los templos y les impidió ofrecer sacrificios; ordenó después que todos trabajasen para él».

La idea más extendida sobre Keops es la que afirma que era un déspota. Sin embargo, la realidad es que esta visión fue ofrecida a Heródoto por los sacerdotes egipcios de la época. Los herederos de aquellos religiosos a los que el monarca arrebató el poder en el momento en que sucedió a su padre. «La documentación más fidedigna nos dice que Keops centralizó el poder sobre su persona de una manera brutal y eliminó muchos de los privilegios que tenían los sacerdotes, lo que provocó gran aversión hacia él y generó una leyenda negra que ha llegado hasta hoy», señala Aroa Velasco.

Autores como José Ignacio Velasco Montes son de la misma opinión y señalan que Keops tomó las riendas del país con «mano dura» hacia el clero, pues sustituyó a muchos de los sumos sacerdotes de Egipto para poner, en su lugar, a familiares de su confianza o personas afines a él. «Fue un rey rígido que no permitió que el gremio le utilizara, sino que los colocó en su sitio. Posiblemente recuperara una gran parte del poder que estaba en manos del clero y, sobre todo, debió recoger gran parte de las riquezas, exageradas, que tenían en cientos de templos a lo largo de todo el Nilo», determina el experto.

Deidad

Keops, además, cargó contra los sacerdotes al afirmar que él era el máximo exponente religioso de Egipto gracias a su divinidad. Esta forma de entender el culto aumentó, todavía más si cabe, las tensiones existentes entre el faraón y templos destacados como los dedicados a las divinidades de Path y On. «Keops adopta una actitud muy especial sobre estas influencias y resuelve las situaciones a su modo. Para ello inicia una etapa de nepotismo familiar y de amistades fiables», destaca Montes.

Este es otro de los mitos de Keops: el que afirma que instauró un culto propio. Algunos expertos como el profesor especialista en egiptología Robert M. Schoch determinan que se llegó a considerar el nombre de este faraón como sinónimo de santidad y buena suerte. Incluso se llegó a escribir en las tumbas de los fallecidos como «símbolo de santidad y protección». Sin embargo, también señala que esta religión centrada en el monarca cayó en desuso «durante el Imperio Medio y Nuevo».

Prostitución

Herótodo, quien afirmó en sus textos que Keops reinó 50 años, se atrevió incluso a señalar que nuestro protagonista prostituyó a su propia hija para poder pagar la finalización de su Gran Pirámide:

«A tal extremo de maldad llegó Keops que, por carecer de dinero, puso a su propia hija en el lupanar con orden de ganar cierta suma, no me dijeron exactamente cuánto. Cumplió la hija la orden de su parte, y aun ella por su cuenta quiso dejar un monumento , y pidió a cada uno de los que la visitaban que le regalara una sola piedra; y decían que con esas piedras se había construido la pirámide que está en medio de las tres, delante de la pirámide grande, cada uno de cuyos lados tiene pletro y medio».

¿Verdad o falacia? Es imposible corroborar esta leyenda, aunque es cierto que la pequeña pirámide que se halla cerca de la de Keops, la que presuntamente se habría construido con cada una de las piedras que los clientes del prostíbulo habrían ofrecido a la hija del faraón, parece pertenecer a una hermanastra de Jhufu. Velasco entiende que todo es una invención de los sacerdotes en un nuevo intento de volver negro el recuerdo de Keops.

Caos económico

El historiador egipcio, tal y como explica Aroa Velasco, esgrimió también que Keops esquilmó Egipto con la única obsesión de terminar su gigantesca pirámide y dejar su impronta para la posteridad. Todo ello, después de haberse proclamado dios. «Se identificaba como Ra, el dios del Sol, Esto se sabe gracias a que algunos de sus hijos se llamaron ‘hijos de Ra‘. El inauguró esta tendencia en una época en la que la religiosidad solar estaba en pleno auge. Es como, si ahora, una persona se proclamase Papa», completa la historiadora a este diario.

Según Velasco, nada más lejos de la realidad: «Es una leyenda que escribió Heródoto y que, posteriormente, han ido replicando los historiadores. La documentación fidedigna nos dice que no esquilmó Egipto. De hecho, sus sucesores pudieron construir dos pirámides más después de su muerte. La realidad es que Keops fue un muy buen administrador que concentró mucho el poder en su persona».

Al final, se podría decir que este faraón hizo algo que, a la postre, se generalizaría: dedicar todos sus esfuerzos y los del pueblo egipcio a edificar un monumento funerario que pasaría a la historia. Algo que ya había hecho su padre