Pablo Neruda en seis retazos

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Ediciones B acaba de publicar Neruda. ‘El príncipe de los poetas’, una biografía de 624 páginas escrita por el periodista e historiador alicantino, y biógrafo también de Salvador Allende, Mario Amorós. Una de sus revelaciones, el informe del Programa de Derechos Humanos del Ministerio del Interior de Chile que cree “altamente probable” que el autor de ‘Canto general’ fuera asesinado por la dictadura del general Pinochet, se ha convertido en noticia mundial. El 24 de noviembre, Amorós presentará su nuevo libro en Chile y el 9 de diciembre en la Casa d’Amèrica de Barcelona. En este artículo explica algunos de sus puntos más atractivos.

EL PRIMER ENIGMA

Neftalí Reyes Basoalto nació el 12 de julio de 1904, a las nueve de la noche, en la localidad de Parral, 350 kilómetros al sur de Santiago de Chile. Hijo de un agricultor, José del Carmen Reyes, y de una maestra que falleció dos meses después, Rosa Neftalí Basoalto, en 1906 fue llevado a Temuco, al corazón del territorio del pueblo mapuche. Allí creció junto a su padre y su afectuosa segunda esposa, Trinidad Candía, a quien llamó ‘mamadre’ para eludir el término ‘madrastra’. Los versos más antiguos de su autoría que se conservan datan del 30 de junio de 1915. Enfurecido, su padre intentó anular su temprana vocación poética y llegó a quemar algunos de los cuadernos donde anotaba sus estrofas iniciales. Su hermana Laura pudo rescatar tres de ellos. Desde 1920, el joven Neftalí utilizó un seudónimo para sus poemas, Pablo Neruda, que en marzo de 1947 inscribió como su nombre legal. Hasta 1999 estaba aceptado que su nuevo apellido lo había tomado del escritor checo Jan Neruda. Aquel año, Enrique Robertson presentó en la Universidad de Alicante una fascinante investigación acerca del origen de Pablo Neruda, que él situó en una bella partitura del compositor navarro Pablo Sarasate dedicada a la violinista Norman Neruda.

21 POEMAS PARA LA ETERNIDAD

En 1961, la editorial Losada publicó la edición conmemorativa del primer millón de ejemplares en español de ‘Veinte poemas de amor y una canción desesperada’. En 1972, lanzó la de los dos millones. La primera edición apareció en junio de 1924 en Chile y su parto fue largo y difícil. Además, a diferencia de su primer libro, ‘Crepusculario’ (1923), la crítica literaria fue inicialmente muy severa. “Nascimento me rechazó un libro que tengo listo…”, escribió a principios de 1924, desde Temuco, al escritor Pedro Prado. La intervención del novelista Eduardo Barrios fue determinante para que el editor de origen portugués cambiara de opinión. Barrios invitó al joven poeta, que entonces estudiaba para ser profesor de francés, a un almuerzo en su casa. Allí leyó sus poemas a los invitados, que quedaron conmovidos ante la sinceridad que traslucían los versos dedicados a las jóvenes Albertina Azócar, Teresa Vásquez y María Parodi. “Muy bien, publicaremos su obrita”, le dijo Nascimento, tras atender a las recomendaciones de Eduardo Barrios. Noventa y un años después, es uno de los libros de poesía más leído y vendido en todo el mundo.

EN SANTA MARÍA DEL MAR

Pablo Neruda y su primera esposa, María Antonia Hagenaar, llegaron al puerto de Barcelona en los últimos días de mayo de 1934, procedentes de Buenos Aires. El poeta tomó posesión de su puesto de cónsul adjunto en el Consulado General de Chile. El 25 de mayo supo del fallecimiento de Alberto Rojas Giménez. “Pocas veces he sentido un dolor tan intenso”, anotó en ‘Confieso que he vivido’. Con el recuerdo del amigo que le ayudó a derrotar su timidez adolescente, que le guió en las noches inolvidables de la bohemia santiaguina a mediados de los años 20, escribió la elegía ‘Alberto Rojas Giménez viene volando’, publicada en la ‘Revista de Occidente’ en julio de aquel año e incluida en el segundo volumen de ‘Residencia en la Tierra’, que vio la luz en Madrid en septiembre de 1935. La obligada ausencia de su funeral le llevó a realizar junto con su compatriota el pintor Isaías Cabezón una sentida ceremonia en la basílica de Santa María del Mar. Cabezón y él se adentraron en este templo oscuro y monumental de la Barcelona medieval y con sendas velas de un metro de longitud evocaron al amigo entrañable que les dejó desconsolados a la imperdonable edad de 33 años.

IMPRESO EN MONTSERRAT

En noviembre de 1937, la editorial chilena Ercilla publicó la primera edición de ‘España en el corazón’, el libro que Neruda dedicó a la resistencia republicana contra el fascismo. Es una obra determinante en su evolución poética y legendaria por la singular edición que Manuel Altolaguirre dirigió a principios de noviembre de 1938, mientras la resistencia republicana se desplomaba en Catalunya. “El libro de Pablo lo imprimí en el Monasterio de Montserrat, donde los frailes tenían uno de los mejores talleres de Cataluña”, escribió Altolaguirre en 1941. “Impreso bajo mi dirección, fue compuesto a mano por soldados tipógrafos e impreso también por soldados. (…) Solo hicimos 500 ejemplares; algunos ejemplares pasaron la frontera en la mochila de los soldados, pero casi la totalidad de la edición quedó en Cataluña”. Terminó una segunda edición de 1.500 ejemplares el 10 de enero de 1939. De ambas han sobrevivido muy pocos volúmenes. La Universidad Autònoma de Barcelona conserva uno. La Biblioteca del Congreso, en Washington, conserva el número 55, catalogado como ‘rare book’, con una dedicatoria manuscrita de Neruda fechada el 5 de marzo de 1943.

DE MÉXICO A MACHU PICCHU

Residió en México entre agosto de 1940 y agosto de 1943 como cónsul general de Chile. Su compromiso con la causa antifascista se reforzó con un hondo sentimiento americanista nacido del descubrimiento de su continente con la estancia en el país azteca, los viajes a Guatemala y Cuba y el retorno a Chile a través de Panamá, Colombia y Perú, con la determinante ascensión a Machu Picchu en octubre de 1943. Recorrió sus costas y sus valles, caminó aquella patria hecha de maíz y de volcanes, de nombres de sonoridad inigualable: Topolobambo, Sinaloa, Yucatán, Nayarit, Michoacán, Jalisco… “No se puede tener una idea cabal de América si se desconoce México”, aseguró en 1969. “Allí están los rasgos más extraordinarios del continente, la más profunda esencia de América. Admiro su enorme capacidad creadora que viene cabalgando desde la antigüedad y que persiste hasta hoy. Hay que conocer su música, su pintura, su literatura. Definiría a México como una verdadera explosión”. Por su parte, Machu Picchu otorgó una dimensión continental a la obra poética que había iniciado en 1938, concebida primeramente como ‘Canto general de Chile’, y con sus ‘Alturas’ le proporcionó el “poema nuclear” de ‘Canto general’. “Fue un encuentro decisivo en mi vida”, escribió en 1972.

EL FUNERAL DEL POETA

El golpe de Estado militar del 11 de septiembre de 1973 destruyó el desarrollo democrático de Chile y derrocó al Gobierno constitucional presidido por Salvador Allende. La izquierda chilena, a la que Pablo Neruda pertenecía con orgullo desde su larga militancia comunista, sufrió una derrota histórica. Aquella mañana, en Isla Negra, el poeta intuyó el negro futuro que aguardaba a su pueblo. Enfermo de cáncer desde hacía varios años, su salud física y su estado emocional se desplomaron como los muros de La Moneda. Quedó expuesto a una larga agonía física y emocional que se agravó el 22 de septiembre, al conocer el asesinato de Víctor Jara y la verdadera magnitud de la represión de la Junta Militar. Un día después, a las diez y media de la noche, falleció en una habitación de la Clínica Santa María de Santiago. En 2016, la justicia chilena dictaminará, a partir de las conclusiones del equipo internacional de científicos que está examinando sus restos, si realmente fue asesinado por agentes de Pinochet, como sostiene Manuel Araya, su último chofer.

El 25 de septiembre de 1973, centenares de personas acompañaron al poeta desde La Chascona, su casa de la capital, hasta el Cementerio General. Protegidos por varios diplomáticos y por los enviados especiales de la prensa internacional, aquel funeral se convirtió en la primera protesta pública contra la dictadura en Chile. Las consignas en honor de Salvador Allende, Víctor Jara o Neruda, los versos de ‘España en el corazón’, los discursos de Francisco Coloane y Edmundo Herrera, junto con las estrofas imponentes de ‘La Internacional’, despidieron a Pablo Neruda, ante la mirada vigilante y amenazadora de decenas de militares pertrechados para una guerra.