Después de varias recomendaciones, decidimos ir a almorzar al restaurante francés “Maison La Tour”, de la colonia San Benito, ubicado justamente enfrente de la Embajada de México, donde fuimos recibidos por Wendy, una mesera muy agradable que de inmediato nos ubicó en una mesa de nuestro agrado.
Ordenamos como entradas Pâté de Foie de Volaille y Synphonie de Shampignons; la primera, un sabroso paté de pollo acompañado por una ensalada de lechugas con almendras, cebolla caramelizada con vino tinto, mostaza de Dijon y pan tostado; y, la segunda, un bruschetta con champiñones rellenos de mollejas caramelizas en vino tinto acompañados de tres crostinos con un picadillo de hongos y crema. Dos platillos bastante complejos para dos entradas, pero francamente muy bien ejecutadas.
El paté a una temperatura apropiada, bien acompañado por una mostaza rustica de Dijon que se derretía en el paladar, sabroso y bien cocinado; en cuanto a la otra entrada, los hongos suaves y bien preparados, con el sabor intenso que cualquiera debe esperar en una entrada; sin embargo, dejo un espacio al final para un pequeño huevo de codorniz pochado que coronaba uno de los crostinos, al cortarlo, su yema se derritió como salsa encima del picadillo de champiñones, el resultado: simplemente sublime; el huevo es un detalle, pero regularmente los chefs tienen problemas para alcanzar un buen punto en el huevo al pocharlo.
Como platos principales, ordenamos Tournedos de boeuf sauce au vin rouge y Magret de Canard aux 5 Poivres; el primero, un medallón de res en salsa de vino tinto acompañado de puré de zanahoria, puré de berenjena y lechugas; y, el segundo, una pechuga de pato con cinco pimientas acompañado de puré de papas y lechugas.
El corte del lomo de aguja, un medallón de más de 4 centímetros de alto en un término de cocción de tres cuartos, jugoso y bien cocinado; la salsa, una reducción de vino tinto untuosa y excelente acompañante para el medallón de lomo de aguja. En cuanto a la pechuga de pato, un suave tono rosado al centro y un costra tostada por piel con el suave tono de las mezcla de pimientas en el paladar, la salsa bien lograda. Simplemente TODO cocinado de manera magistral.
Como postre ordenamos Cremme brulee y un Mousse au Chocolat. Los postres eran sabrosos pero nada del otro mundo, sin duda una grada debajo de las entradas y los platos principales. Al final, solo lamento no haber acudido con más apetito, el lugar en general es sobrio y elegante pero sin ser ostentoso; el servicio bueno y las personas que nos atendieron eran afables y tan amables como se debe ser en un lugar de su categoría.
Tenía una expectativa alta para “Maison La Tour”, pero en general la rebasaron; si bien es cierto, los postres no me impresionaron, las entradas y platos fuertes fueron un verdadero concierto de sabores y detalles premeditados dispuestos en platos elegantes y hermosos, en donde todos sus componentes estaban magistralmente cocinados, el lugar no es barato pero cada dólar se paga con gusto. Seis tenedores rojos para mi visita a “Maison La Tour”, seguro volveré pronto.