¿Ignorancia, prepotencia o mala Fe?

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Por Mauricio Eduardo Colorado.-

La reacción del presidente de la república ante el fallo de la sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, nos deja un tanto perplejos, no porque sea un fallo contrario a la voluntad del gobernante –ya estamos acostumbrados a sus rabietas cuando las cosas no salen como a él le gustan- sino porque reafirma la negativa a aceptar las normas de convivencia de la democracia.

Todos los salvadoreños, conocen –o por lo menos deberían conocer- lo que dispone la Constitución: La Sala de lo Constitucional, tiene facultades para emitir sentencias que corrijan decretos que se aparten del texto constitucional. Evidentemente, el órgano ejecutivo y el legislativo, son órganos eminentemente políticos, y se integran por personas que representan a partidos políticos, y dentro de ellos aparecerán personas con las diversas ideologías, o sea dentro de la gama de pensamiento de izquierda a derecha, pasando desde luego, por el centro.

Pero el órgano judicial es ominosamente diferente, ya que este órgano debe ser totalmente diferente a la política, y debe contener absolutamente el principio de equidad y justicia, y dentro de ello corresponde a dicho órgano, mantener el respeto por  las leyes, alejándose en lo posible de consentir actuaciones partidarias.

Entendemos que lo que en cierta forma ha desquiciado al presidente es la sentencia de la sala que ha determinado que los actuales magistrados de la Corte de Cuentas  han sido puestos en evidencia de su pertenencia a partidos políticos, lo que a su vez evidencia que su elección fue producto de acuerdos partidarios que aseguraban a militantes de los respectivos partidos, rompiendo con el principio de independencia judicial.

Además del exabrupto cometido por el alto funcionario del ejecutivo al acusar a los magistrados de la Sala de cometer Golpe de Estado, aprovechando la presencia de los asistentes al Foro de Sao Paulo, o sea la crema y nata de la izquierda de latinoamericana, se volvió a exhibir como un recalcitrante representante anti imperialista, como lo viene demostrando con actitudes fuera de contexto y de la realidad.

De todas maneras los salvadoreños ya conocemos cual es la naturaleza y fin de los izquierdistas de dicho foro, y nadie puede ocultar el monumental fracaso de Venezuela, que tiene sometida a la población a una dieta de hambre, que ninguna propaganda puede evitar.

No sé como verán en el extranjero a nuestro presidente, pero acá en El Salvador nos confunde porque la crisis financiera que nos abate, solo significa fracaso en las políticas del gasto públicas, que endeuda al país, mas  y mas, sin ningún resultado que se traslade a la población.

La mas reciente propuesta de regalar dinero a quienes ni trabajan ni estudian, se dibuja como un mal disfrazado método para la compra de votos, supuestamente para los venideros eventos. Tan burdo programa ha llamado incluso la atención del Arzobispo de San Salvador, quien ha hecho público su desacuerdo con tan desaforada medida.

Por eso, muchos comentarios de la gente común y corriente comentan que una cosa es guerrear, e imponer una voluntad por la fuerza de las armas, y otra muy diferente gobernar con la sabiduría, la honradez, la prudencia y la cultura de un estadista. En el presente período presidencial, los asesores deben tomar en serio su gran responsabilidad de asesorar a conciencia, especialmente a los altos funcionarios, aunque corran el riesgo de ser rechazados en sus opiniones. Lo que está en juego es el futuro de la nación, que no vale cinco centavos.

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