Deporte, ¿Una máscara ante carencias de El Salvador?

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Por Fredi Figueroa -El Economista-

A diferencia de Estados Unidos, Brasil, Colombia o México, por mencionar algunos ejemplos del continente americano, El Salvador no es un país acostumbrado a recibir eventos deportivos internacionales. Por ello la organización de los Juegos Centroamericanos y del Caribe (JCC) 2023 fueron anunciados con bombo y platillo.

“¡Bienvenidos a El Salvador, el corazón de América!”, celebró el presidente del país, Nayib Bukele, durante la inauguración de los JCC 2023, bajo una telaraña de fuegos artificiales que recibieron a más de 5,000 atletas de 37 naciones de la franja central del continente. Pero a las afueras del evento, la situación no es tan colorida ni alegre.

“Los Juegos son un enorme y efectivo instrumento propagandístico para desviar la mirada de situaciones más críticas como la inflación económica, la pobreza extrema que sigue aumentando al igual que las remesas (…) Hay gente que padece en las calles, la red hospitalaria pública sigue siendo deficiente, hay una amplia cantidad de necesidades y es lamentable que se trate de dar una imagen de país a los turistas e inversionistas que dista mucho de la realidad de personas que sufren para sobrevivir, ya no digamos para tener lujos”, evalúa Robbie Ruud, periodista salvadoreño con más de 10 años de experiencia, en entrevista con El Economista.

De acuerdo con el Social Progress Index 2022, un ranking anual que evalúa la calidad de vida de más de 150 países por parte de la organización sin fines de lucro Social Progress Imperative (radicada en Estados Unidos), El Salvador ocupa el puesto 99 con una calificación total de 64.4 sobre 100 puntos.

Se encuentra debajo de Trinidad y Tobago, Ucrania y Panamá con un índice de satisfacción de 78.5 puntos en cuanto a necesidades humanas básicas. Nayib Bukele asumió la presidencia del país en junio de 2019 y hasta ahora posee 80% de aprobación por parte de la población, según una encuesta de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA), aunque eso no otorga un juicio completo.

“Este tipo de eventos deportivos siempre ayudan a los gobiernos, eso pasó en Argentina con el Mundial de 1978, pero no significa que resuelva a mediano o largo plazo su popularidad. Vladimir Putin vivió lo mismo con el Mundial de 2018 y ahora la situación en Rusia es complicada. Sí resuelve tener aplausos a corto plazo, pero eso no significa que sea para siempre”, define Fausto Pretelín Muñoz de Cote, especialista en geopolítica y estudios internacionales.

Sólo en este 2023, El Salvador ya fue sede de dos eventos deportivos de auge global: el Mundial de Surf, un deporte que apenas en Tokio 2020 entró al programa olímpico, y los Juegos Centroamericanos y del Caribe, que marcan la primera de tres grandes competencias para los atletas de la región en su camino a París 2024 (junto con los Panamericanos de Chile entre octubre y noviembre).

La agencia AP reveló que el gobierno salvadoreño invirtió 130 millones de dólares entre costos de organización y ciertas remodelaciones dentro de los 14 escenarios destinados a los JCC 2023. Es una fuerte cifra para un país que está catalogado como la economía número 106 del mundo por el volumen de su Producto Interno Bruto (PIB), según el portal Datosmacro.com.

La última vez que El Salvador recibió un evento de esta magnitud fue en 2002, también con los JCC en su capital, San Salvador. Para la edición actual, recibió el aval de Centro Caribe Sports apenas en mayo de 2021, por lo que las obras de remodelación se llevaron a marchas forzadas y con tintes políticos, ya que el gestor principal fue Yamil Bukele, presidente del Instituto Nacional de los Deportes de El Salvador (INDES) y hermano del mandatario de la nación.

“La población acogió los JCC como algo positivo, algo que celebrar en 20 años, pero tampoco de forma estrenduosa. Hubo mucha expectativa cuando se presentaron las maquetas del INDES de las remodelaciones, eso sí hizo clic luego del abandono en el que habían estado los recintos después de los Juegos de 2002. La mayoría de estructuras daban lástima y sus condiciones eran atroces”, describe el periodista salvadoreño.

Pero la premura evidenció dificultades. En redes sociales se hizo viral una foto de una competencia de nado sincronizado que de fondo tenía a soldadores terminando estructuras; también se anularon los boletos que ya se habían vendido para la inauguración unas horas antes a causa de reventas y falsificaciones.

El estadio ‘Mágico’ González, símbolo de los Juegos 2023, fue el que recibió más remodelaciones, pero de acuerdo con Robbie Ruud ninguno de los recintos logró estar al 100% para el inicio del evento. Normalmente las sedes anteriores recibieron el aval con cuatro o hasta seis años de anticipación.

La prisa por tomar el evento da una lectura de estrategia de softpower para el gobierno de Nayib Bukele, explica Fausto Pretelín, pues aunque ha logrado avances en materia de seguridad, que era una demanda de décadas en El Salvador, también se ha construido una imagen de autoritarismo y rezago económico.

“Hay cierta estabilidad en temas de seguridad que ha dado Bukele respecto a los partidos políticos anteriores, pero en temas económicos no veo un salto cualitativo, es uno de los rezagos que mantiene El Salvador junto con Centroamérica en general. Era un país dolarizado y Bukele instauró el bitcoin como moneda en curso, eso generó muchas dudas de los bancos centrales”.

El comunicador salvadoreño, radicado en Santa Tecla, agrega: “Este país sigue estancado. Si nos centramos en la manera de cómo dirigir al país seguimos estancandos en gobernanza, discursos populistas que tienen como misión caer bien a la mayor cantidad de gente. El ambiente me recuerda a Turquía con el presidente Tayyip Erdogan, porque aquí mucha gente ve a Nayib Bukele casi como su todo, cuando esto ha sido instalado con propaganda. Tenemos un presente oscuro y va a oscurecer más en próximos años”.

En el ramo netamente deportivo, El Salvador no es una potencia en su propio evento. Hasta el 28 de junio, cinco días después de la inauguración, ocupaba el noveno lugar del medallero con 3 oros y 4 bronces, 7 preseas en total muy lejos de las 87 y 136 de Colombia y México, respectivamente. El tirador de rifle Israel Gutiérrez fue el primer salvadoreño ganador de oro el 27 de junio.

“Tengo la sensación de que a nivel propagandístico estos Juegos son pilar para el gobierno de Bukele. El Salvador ha sacado el foco en el tema de pandillas y ahora vivimos un régimen de excepción prácticamente permanente, que restringe derechos como la libre movilidad y reunión. Con esto, que muy poco se sabe en el exterior, los Juegos son piedra fundamental en la construcción del relato que maneja la propaganda, que El Salvador está haciendo un cambio drástico en aspectos económicos, políticos, sociales y civiles, sin embargo, cuando salimos de ese discurso hay cosas más importantes en las cuales se deberían orientar los presupuestos de tantos ceros”, enfatiza Ruud.

Según el informe Encuestas de Hogares de Propósitos Múltiples (EHPM) de El Salvador, medio millón de habitantes del país son considerados analfabetas, una cifra que se ha mantenido desde 2014. Además, un análisis del diario local La Prensa Gráfica reportó que el analfabetismo logró reducirse 10.6 puntos entre 1992 y 2006, pero en los siguientes 16 años, de 2007 a 2022, se contrajo 4.9 puntos.

Por otra parte, la población en situación de pobreza extrema pasó de 7.8% en 2021 a 8.6% en 2022, según reveló también la EHPM, mientras que el portal del Banco Mundial subraya que El Salvador requiere una consolidación fiscal para aumentar la eficiencia de su gasto y evitar un sobreendeudamiento.

“El gran problema de El Salvador en los últimos años ha sido la seguridad. El presidente Bukele se abocó en ese tema porque los recursos son escasos y ha echado mano para reforzar la seguridad, pero eso significa que la cobija no alcanza para otro tipo de necesidades como educación y desarrollo. Junto a Honduras, Nicaragua y Guatemala son países cuyos ingresos per cápita son muy inferiores al promedio de América Latina y por lo tanto tienen que aflorar estas deficiencias. No sé si para su segundo gobierno, que es lo que él contempla en caso de hacer modificaciones a la constitución, venga un segundo objetivo que podría ser la educación, pero coincido en que el país está muy rezagado en esos temas”, abunda Fausto Pretelín.

Los Juegos Centroamericanos y del Caribe 2023 concluirán el 8 de julio, pero el mandato de Bukele se extiende a 2024 y entonces buscará la reelección. Por ahora, el evento deportivo más importante de la región le permite explotar su imagen en un tono positivo, aunque también hay voces que desnudan la realidad de un país con severas carencias.