El día de San Valentín es una celebración tradicional de países anglosajones que se ha ido implantando en otros países a lo largo del siglo XX. Sin embargo, es una tradición de raíces romanas, y por lo tanto también cercana a nuestra cultura. Existen varias leyendas sobre San Valentín, y hoy nos centraremos en la romana.
San Valentín era un sacerdote que, hacia el siglo III, ejercía en Roma. Gobernaba el emperador Claudio II, quien decidió prohibir la celebración de matrimonios para los jóvenes, porque en su opinión los solteros sin familia eran mejores soldados, ya que tenían menos ataduras.
Valentín consideró que el decreto era injusto y desafió al emperador celebrando en secreto matrimonios para jóvenes enamorados (de ahí se ha popularizado que San Valentín sea el patrón de los enamorados).
El emperador Claudio dio entonces orden de que encarcelasen a Valentín, encargando al oficial Asterius de su encarcelamiento. Asterius retó a Valentín a que devolviese la vista a una hija suya, llamada Julia, que había nacido ciega, para demostrar el poder de su Dios Cristiano. Valentín aceptó y, en nombre del Señor, le devolvió la vista.
Valentín se enamoró de Julia y Asterius y su familia se convirtieron al cristianismo pero Valentín siguió preso y el débil emperador Claudio finalmente ordenó que lo martirizaran y ejecutaran el 14 de febrero del año 270. Valentín se despidió de su amada con una carta que firmó como “Tu Valentín” y que dió origen a las famosas tarjetas y postales de San Valentín.
La joven Julia, agradecida al santo, plantó un almendro de flores rosadas junto a su tumba. De ahí que el almendro sea símbolo de amor y amistad duraderos.
La fiesta de San Valentín fue declarada por primera vez alrededor del año 498 por el papa Gelasio I, según la Eciclopedia Católica. Lo curioso, es que los huesos del Santo llegaron a España en el siglo XVIII, procedentes de las catacumbas de Roma, y se encuentran en la iglesia de San Antón de Madrid.