Remesas: ¿oxígeno para la economía o freno al crecimiento?

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Por Robert Valls*

Representan casi una cuarta parte de la riqueza de El Salvador y de Honduras. Anualmente ponen en circulación unos 440 mil millones de dólares hacia los países en desarrollo equivalente al PIB de Suecia, o casi el triple del de Ecuador. Y por si fuera poco, mantienen a 750 millones de personas fuera de la pobreza.

Estos datos son suficientes para mostrar la importancia de las remesas en la economía mundial, especialmente para las regiones en desarrollo, las principales receptoras de trasferencias de dinero de trabajadores expatriados.

Pero es justamente su importancia la que provoca ciertas interpretaciones sobre su impacto y utilidad: para unos representan el motor de la economía en países de bajos ingresos, mientras que otros opinan que su naturaleza supone un freno al crecimiento.

Entre las razones que alegan los que se posicionan en el primer grupo están las siguientes:

Sólo en América Latina los flujos de remesas alcanzaron los 66 mil millones de dólares en 2014. Según el informe ¨Remesas y Desarrollo. Lecciones desde América Latina”  y otras publicaciones, estas contribuyen a la reducción de la pobreza y a aumentar la inscripción escolar, entre otros indicadores.

En Nicaragua y Guatemala, las tasas de matrículas escolares en familias que reciben remesas son más altas que en las familias que no las reciben.

También en Nicaragua y Guatemala, los niños entre 1 y 5 años de familias que reciben remesas pesan y miden más, un indicador de buena alimentación y salud.

Por otro lado, estos son los argumentos de quienes consideran que las remesas pueden suponer un freno para ciertas economías:

En El Salvador, quienes no reciben remesas tienen una tasa de empleo un 10% mayor de los que sí las reciben.

En este sentido, si no se aumentan los niveles de productividad, se corre el riesgo de que afecte negativamente al crecimiento del país.

“Tenemos que distinguir entre el impacto inmediato que tienen las remesas (si las recibo hoy mi ingreso aumenta en el momento y, en conclusión, mi situación va a ser mejor) y, por otro lado cómo las remesas afectan a mi comportamiento futuro. Y es aquí donde las cosas se vuelven más complejas”, explica Humberto López, director del Banco Mundial para Centroamérica, en un blog reciente.

Según el experto, una buena forma de sacar el máximo partido de las remesas que llegan a los países de bajo ingreso, es abordar la falta de competitividad a través de medidas políticas, como podrían ser inversiones en infraestructura o la mejora de los sistemas educativos, con la finalidad de ser más competitivos.

Una cuestión sobrevivencia para muchos países pobres

A pesar del debate sobre el papel de las remesas en las economías en desarrollo, existe un acuerdo generalizado entre organismos multilaterales y expertos de diversa procedencia en cuanto a que las remesas son un factor relevante en el desarrollo de las regiones más pobres.

No solo se trata de que pueden generar ahorro y facilitar el acceso a servicios financieros, dicen los expertos, sino que también pueden representar una valiosa ayuda para el emprendimiento de nuevos negocios.

En cuanto a los Estados frágiles (o los que han sido afectados por un desastre natural), las remesas son, a menudo, el único ingreso de las familias, como indica el último informe del Banco Mundial sobre el tema.

Según el mismo documento, los principales países emisores de remesas son Estados Unidos, Arabia Saudita, Alemania, Rusia y los Emiratos Árabes Unidos, y los cinco principales países receptores son la India, China, Filipinas, México y Nigeria.

De todas formas, el informe indica que el análisis minucioso de las remesas podría resultar en un ahorro de 100 mil millones de dólares si se redujeran los costos de envío, que representan en promedio el 8% del valor de la transacción para envíos base de 200 dólares.

* Productor online del Banco Mundial