Meghan Markle emprendió este sábado (19.05.2018) su camino al castillo de Windsor a bordo de un Rolls-Royce que partió de un hotel de cinco estrellas ubicado en la Casa Clividen, donde la exactriz pasó su última noche de soltera. Markle, de 36 años, se encontraba sentada en el asiento trasero del vehículo luciendo un velo sobre el rostro y acompañada por su madre, Doria Ragland. El vestido que lucía era una creación de Clare Waight Keller para Givenchy.
Se trata de un diseño muy sencillo, blanco inmaculado con escote de cuello de barco. Markle cubrió su rostro con un velo transparente, adornado con bordados en los bordes hechos de organza y con una cola de cinco metros de longitud. La exactriz adornó su cabeza con una tiara de diamantes, prestada por la abuela del príncipe Enrique, la reina Isabel II
Markle entró a la capilla de San Jorge acompañada por los diez niños que ejercían de pajes y damas de honor, entre ellos el príncipe Jorge, de 4 años, y la princesa Carlota, de 3, sobrinos del novio. La novia sujetaba un sencillo ramo de flores, y, a mitad del recorrido, el heredero al trono británico, el príncipe Carlos, la cogió del brazo para acercarla hasta su hijo y futuro esposo, el príncipe Enrique. A su llegada al altar, el nieto de la reina Isabel II le dijo a su novia que se veía “espectacular”, a lo que ella contestó con una amplia sonrisa.
Por su parte, el príncipe Enrique, vestido con su uniforme militar, estuvo acompañado por su hermano, el duque de Cambridge, que es el padrino y el encargado de llevar a los anillos que se intercambiará la pareja. La alianza de la novia es de oro galés y ha sido un regalo de la reina Isabel II, mientras que el anillo de Enrique es de platino. Ambas piezas han sido frabricadas por Juwelier Cleave and Company. El hecho de que ambos vayan a llevar una alianza es la verdadera noticia para los británicos, ya que entre los miembros de la realeza no hay tradición de llevar anillo de boda.