Naciones Unidas.– El hambre creció en 2017 por tercer año consecutivo, hasta afectar a 821 millones de personas en todo el mundo, lo que supone un regreso a niveles de 2010 por factores entre los que destaca la variabilidad del clima, según la ONU.
El estudio destaca que la variabilidad y las condiciones extremas climáticas son los principales factores responsables del reciente crecimiento del hambre a nivel mundial y una de las causas principales de las últimas crisis alimentarias.
“El impacto de los eventos climáticos fue otro factor a la hora de estudiar el hambre en América Latina. Un ejemplo es la sequía provocada en América Central por el fenómeno El Niño, especialmente durante los años 2015 y 2016, en El Salvador, Guatemala, Honduras”, publica la ONU en su sitio web.
Varias agencias de Naciones Unidas presentaron en Roma su informe sobre el estado global de la seguridad alimentaria y la nutrición, que constata que uno de cada nueve individuos sufre hambre.
Los datos reflejan un aumento progresivo del número de personas afectadas por la subalimentación (carencia crónica de alimentos) desde 2015 y, según las últimas proyecciones, el incremento en casi 17 millones de hambrientos entre 2016 y 2017.
El director general de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO), José Graziano da Silva, precisó en una conferencia de prensa que esta nueva edición se centra en el impacto de la variabilidad del clima y la exposición a fenómenos climáticos extremos más complejos, frecuentes e intensos.
Esos factores, además de los conflictos y la violencia, están mermando los avances realizados hacia la eliminación del hambre y la malnutrición, según el informe.
Como conclusión, la situación del hambre es “significativamente peor en los países cuyos sistemas agrícolas son extremadamente sensibles a la variabilidad de las precipitaciones, la temperatura y la sequía, y donde los medios de vida de una elevada proporción de la población dependen de la agricultura”.
La subalimentación ha aumentado en casi todas las regiones de África, continente donde la prevalencia de este problema es mayor, lo padece el 20.4 % de la población, equivalente a 256 millones de personas.
En Asia, que alberga al mayor número de personas con hambre (515 millones de habitantes, el 11.4 % de la población), la tendencia a la baja parece estar ralentizándose, mientras que en Latinoamérica y el Caribe la cifra subió a 39.3 millones de personas (el 6.1 % de la población) por la desaceleración económica en América del Sur.
“En los últimos años hemos visto que la crisis económica ha erosionado las conquistas de la década anterior”, señaló Da Silva, que resaltó que cuanto mayor sea la desigualdad, menos se beneficiarán los pobres del crecimiento económico.
El presidente del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), Gilbert Houngbo, llamó la atención sobre la necesidad de no abandonar la lucha contra el hambre y mejorar las inversiones con el fin de promover el empleo y la productividad de los pequeños productores.
Por parte del Programa Mundial de Alimentos (PMA), su director ejecutivo, David Beasley, advirtió de que el objetivo de erradicar el hambre en el mundo para 2030 “no es realista” si se mantiene la tendencia actual.
Tildó de “inexcusable” el reciente incremento de la desnutrición crónica a pesar de la tecnología disponible y reclamó una reforma de las donaciones internacionales para dar más “fluidez y flexibilidad” a los programas de ayuda en contextos cada vez más complejos.
El informe también recoge otros datos sobre subalimentación, como la que afecta a los 151 millones de menores de cinco años que continuaron sufriendo retrasos en el crecimiento, aunque la tasa descendió del 25 % en 2012 al 22 % en 2017.
En lo que se refiere a las distintas formas de malnutrición, coexistentes en numerosos países, más de 50 millones de niños tienen un peso demasiado bajo para su estatura y otros 38 millones sufren sobrepeso.
La obesidad en adultos sigue agravándose y afectaba en 2016 a más de 672 millones (uno de cada ocho), y la anemia entre las mujeres en edad fértil, también al alza, era un problema para 613 millones (una de cada tres).
En la elaboración del informe también participaron la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), cuyos máximos representantes, Tedros Adhanom Ghebreyesus y Henrietta Fore, respectivamente, mandaron sendos mensajes a favor de reforzar los sistemas alimentarios sostenibles para mejorar la calidad de las dieta