El cambio climático se ceba con las especies ya más amenazadas

0
984
Un tercio de las especies de antílopes africanos esta amenazado de extinción. A final de siglo serán la mitad.

El cambio climático está alterando las condiciones de la vida en el planeta. Pero su impacto no es el mismo para todos los seres vivos y ecosistemas. Un estudio con los antílopes africanos muestra ahora que las especies con una distribución geográfica más reducida serán castigadas de forma desproporcionada por el calentamiento global, viendo sus pequeños hábitat menguar aún más. Para algunas, a finales de siglo ya no habrá sitio donde ir, literalmente.

La aparente paradoja que plantea la reciente noticia sobre el reverdecimiento del planeta por el aumento de las emisiones de CO2 muestra lo complejo que es el cambio climático. A algunas especies les puede venir bien la elevación de la temperatura. En las zonas templadas del planeta, por ejemplo, se está produciendo un fenómeno de traslación de muchos animales y plantas hacia un norte cada vez más benigno. La migración ya se estaría produciendo también entre especies de zonas cálidas, huyendo del excesivo calor.

Pero hay especies con las que el cambio climático se va a cebar. Se trata de aquellos animales que por variadas razones, muchas provocadas por los humanos, tienen un rango de distribución reducido. Ya sea por la destrucción de su hábitat original, por el avance de la ganadería, la agricultura, las guerras humanas o el acoso del furtivismo, muchas especies viven hoy casi arrinconadas. Tanto, que muchas de ellas aparecen como amenazadas en la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Son estas las que lo van a pasar desproporcionadamente peor con el calentamiento global.

Es lo que han comprobado dos investigadores estudiando a los antílopes africanos. Con más de 70 especies en todo el continente, los hay en todo tipo de ecosistemas. Algunas especies cuentan sus ejemplares por millones, mientras hay otras de las que apenas quedan 300 ejemplares. En la mayoría de los casos estos herbívoros son la base del ecosistema como dispersores de semillas y como presas de los depredadores. Los biólogos de la Universidad de Liverpool (Reino Unido), Jakob Bro-Jørgensen y Nicola Frost, eligieron a esta subfamilia de ungulados para estudiar cómo afecta el cambio climático a las especies ya más amenazadas.

“Nuestro estudio muestra que el cambio climático probablemente castigue a la vida salvaje más duro de lo que creíamos porque las especies que ya están en peligro pueden llegar a perder una mayor proporción de sus áreas de distribución”, dice Bro-Jørgensen. Actualmente un tercio de las especies de antílopes ya están, con un mayor o menor grado de amenaza, en la lista roja de la UICN. Para 2080, según este trabajo, el 82% de las 72 especies de antílopes africanos verán empeorar las condiciones climáticas de su hábitat. Y un tercio de ellas perderán al menos la mitad del espacio en el que hoy viven.

Hay que tener en cuenta que el cambio climático se suma a las amenazas ya existentes, como el deterioro y fragmentación del hábitat y la presión humana. Pero, aunque su impacto sea generalizado, las especies con hábitat más reducidos serán las más perjudicadas. De hecho, el estudio, publicado en Current Biology, no prevé que ninguna especie salga de la lista de la IUCN para 2080. En cambio, sí aventura la entrada o elevación del grado de amenaza de una decena de especies.

Al menos cuatro especies no existirán, en el escenario más adverso, cuando acabe este siglo. Algunas tienen una distribución muy reducida y cuentan con no más de 300 ejemplares, como es el caso de los adax (Addax nasomaculatus) que quedan en áreas de Níger y Chad. Otras especies, como el hirola (Beatragus hunteri) han visto mermada su población en un 98% desde 1970 debido a la pérdida de su hábitat original. Hoy, apenas 320 ejemplares sobreviven en las llanuras costeras de Kenia. “Es preocupante que nuestras proyecciones indiquen que, al estar justo enfrente del Océano Índico, este antílope pueda quedarse sin sitio al que ir si la región se vuelve más húmeda como indican las predicciones”, escriben los autores del estudio.

“En teoría, aún estamos a tiempo de salvar a todas las especies de antílopes, pero sin un aumento significativo del apoyo a las iniciativas de conservación, al menos dos especies están en peligro inminente de extinguirse”, comenta Bro-Jørgensen en referencia al addax y al hirola. Precisamente, el primero protagonizará una conferencia en Barcelona la semana que viene organizada por el Fondo para la Conservación del Sahara.

A diferencia de otros impactos casi inevitables del cambio climático, para los antílopes africanos más amenazados y el resto de especies con una distribución limitada existen algunas medidas que podrían mitigar su impacto. Además del aumento de las áreas protegidas, los autores de esta investigación señalan la necesidad de frenar el avance de la agricultura y la conexión entre áreas protegidas mediante corredores. En última instancia, su modelo también señala las zonas a las que se podría llevar, aunque fuera volando, a las especies más en peligro para que tuvieran una segunda oportunidad.