Bajo la batuta de China comenzó hoy a funcionar el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (BAII). Durante una ceremonia celebrada en la casa estatal de huéspedes Diaoyutai en Pekín, el presidente chino, Xi Jingping, afirmó que el nuevo banco, cuya creación calificó como un “hito histórico”, debe atender las crecientes necesidades de infraestructura en Asia.
El BAII es un éxito diplomático para China. Solo llevó dos años hacer realidad la idea del presidente chino de crear el nuevo órgano financiero global. Pese a la oposición de Estados Unidos y sus presiones ejercidas inicialmente sobre varios países aliados, 57 Estados participan en la nueva entidad de desarrollo, entre ellos también la primera economía europea, Alemania.
Además de Estados Unidos, tampoco participa en el BAII su aliado Japón. Entre tanto, sin embargo, Washington ha tenido que ceder un poco. “La puesta en marcha del BAII supone un paso hacia un sistema financiero organizado de forma multipolar que ya no esté marcado solo por instituciones dominadas por Estados Unidos”, afirma la experta Sandra Heep, del instituto Merics de Berrlín. “Además, el banco refuerza una tendencia ya existente hacia una regionalización del orden financiero internacional”, subraya Heep.
El presidente chino del BAII, Jin Liqun, promete cooperación en vez de competencia. Desde su punto de vista, el banco debe actuar como complemento de los órganos financieros existentes. Jin, exviceministro de Finanzas, que en el pasado representó a China en el Banco Mundial y en el Banco Asiático de Desarrollo, rechaza el temor de que el BAII pueda erosionar estándares probados: “Nuestra esperanza es que el BAII contribuya a que los estándares se mejoren en términos generales, en una carrera para ocupar el primer lugar, por decirlo así”.
Jin, un hombre elegante que habla con fluidez inglés y francés y a quien le gusta bromear, lleva semanas intentando disipar las dudas que se han expresado sobre el banco. “¿Por qué crear un nuevo banco?”, se preguntó Jin Liqun ante representantes de empresas europeas, para contestar inmediatamente con otra pregunta: “¿Por qué no?”. Sin embargo, también dejó claro que a China también le interesa un nuevo sistema financiero.
El sistema monetario internacional de Bretton Woods, que fue creado tras la Segunda Guerra Mundial y que sigue siendo dominado por Estados Unidos y otras naciones industrializadas occidentales, ya tiene una antigüedad de medio siglo. “En cada fase histórica hay una nueva institución financiera para responder a las demandas de la época”, opine Jin. En Asia, advierte el presidente del BAII, hay un “tremendo déficit” de inversiones en infraestrucrura, algo que se ha convertido en un “cuello de botella” para el desarrollo.
Según Jin, para los próximos diez años faltan casi diez billones de dólares en inversiones para instalaciones portuarias, carreteras, ferrocarriles o aeropuertos. El déficit no se puede cubrir con el capital del banco, de 100 millones de dólares. Por esto, el presidente del BAII es partidario de que haya ampliaciones de capital en el futuro cuando se incorporen nuevos miembros a la entidad.
El interés es enorme: detrás de los 57 países que ya participan hay otra cola de 30 aspirantes. “Si fuese cierto que se trata de un banco manipulado por China, ¿por qué entonces hay tantos países ávidos de participar en él?”, se pregunta Jin Liqun. “Está claro que esos países no estarían interesados si el banco fuese la prolongación de la política del Gobierno chino en materia de inversiones”.
China, la segunda potencia económica del mundo, pretende presentarse como un socio fiable porque sabe muy bien que sus ambiciones despiertan recelos. “La gente siempre tiene sentimientos contradictorios respecto a cada nueva potencia emergente”, admite Jin.
El BAII ha contratado a experimentados expertos bancarios internacionales y no quiere desarrollarse solo partiendo de la experiencia de las instituciones existentes. “Delgado, limpio y verde”, reza el lema. Poca burocracia, severas reglas anticorrupción y un equilibrio entre desarrollo y protección del medio ambiente. El banco concederá cada año créditos por un monto total de entre 10 mil y 15 mil millones de dólares. En el primer año, 2016, esa cantidad será todavía notablemente inferior, de entre 1 mil 500 y 2 mil millones de dólares.
El proyecto del BAII es ambicioso pero puede ser que merezca la pena. “Si el BAII logra desatar una nueva dinámica de crecimiento en Asia mediante la ampliación de la red de carreteras, ferrocarriles y redes de telecomunicaciones, también se verá beneficiado el resto del mundo”, asegura la experta en China Sandra Heep.
Dpa