Managua – (Agencias/DL).- El debate sobre las relaciones entre Nicaragua y Rusia se ha centrado últimamente en el tema de las armas, pero mientras eso ocurre, el “oso ruso” ha dado pasos de forma paulatina pero sostenida en el resto de Centroamérica, su verdadero objetivo, según los expertos.
Su ejecución más reciente fue la solicitud oficial que el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, presentó el 26 de marzo pasado en Guatemala, de ser parte de los “observadores extrarregionales” del Sistema de la Integración Centroamericana (SICA).
El SICA es clave para los intereses de Rusia, según el doctor en ciencias políticas del Instituto de Estudios Estratégicos y Políticas Públicas (IEEPP), Mario Torres.
“Yo creo que Rusia aspira a algo más, además de consolidar su relación que tiene una dimensión histórica con el Gobierno actual de Nicaragua, persigue también insertarse en los organismos internacionales establecidos en la región”, dijo a periodistas, Torres.
El debate en Nicaragua sobre comprar aviones de defensa que están fuera de la realidad económica del país, eclipsó la solicitud de Rusia, que le daría acceso a la información detallada sobre todos los proyectos, actuales y futuros, de la región centroamericana.
Aunque el Gobierno de Nicaragua alienta la imagen de estar muy cerca de Rusia, fortalecida por una visita relámpago del presidente ruso, Vladimir Putin, la noche del 11 de julio de 2014, es probable que el estatus del país centroamericano sea más el de un colaborador necesario para los intereses rusos, que el de viejos amigos.
Según el Informe de Cooperación Oficial Externa 2014 del Banco Central de Nicaragua (BCN), el apoyo de Rusia a Nicaragua ha bajado desde que Putin retomó la Presidencia de su país, pasando de 47,3 millones de dólares en 2011 a 5,6 millones en 2014.
Las donaciones masivas de automóviles para taxis, autobuses para el sistema de transporte urbano colectivo y harina de trigo para hacer pan en Nicaragua, ahora mismo son cosas del pasado.
A la vez, Rusia ha mejorado sus relaciones con el resto de países de la región.
Entre 2013 y 2015, Rusia conversó sobre temas comerciales con Costa Rica, firmó un acuerdo policial con Honduras, un tratado de extradición con Panamá, estrechó relaciones con Guatemala y vio cómo El Salvador abría su primera embajada en su territorio tras 23 años de relación.
Hoy Rusia se muestra más preocupada por apoyar a Nicaragua, y al resto de Centroamérica, en la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado.
En enero de 2014, el zar antidrogas de Rusia, Víctor Ivanov, presidió el inicio de la construcción de un centro de entrenamiento de lucha antidrogas en Nicaragua, para preparar a agentes operativos de toda Centroamérica.
Aunque la construcción no aparece en el aporte de la cooperación rusa de 2014, en abril pasado 28 agentes de Belice, Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá y República Dominicana, se graduaron del Centro de Capacitación Antidrogas de Centroamérica, tras ser entrenados por expertos rusos en Managua.
La preocupación de Rusia por el narcotráfico y el crimen organizado es legítima, según Torres, pero a la vez preocupante.
“Las cooperaciones y las ayudas contra el narcotráfico, en todo caso, no deberían apuntar a la militarización de la sociedad en principio (…), hay señales de un intento por modernizar (los sistemas de defensa), que significa adquirir armas nuevas, Rusia produce armamento y es uno de los principales vendedores”, sostiene.
Según el experto, el eventual riesgo extremo que correría Nicaragua es que, con una presencia rusa cada vez más fuerte, la poca objeción del Gobierno nicaragüense ante objetivos extranjeros, y la continua influencia regional de Estados Unidos, el país centroamericano sufra las consecuencias de una lucha geopolítica que no le pertenece, tal y como en los años 80 con la Guerra Fría.
Nicaragua sigue siendo vista como la puerta de Rusia en Centroamérica, pero el “oso” no viajó medio mundo para quedarse en el umbral.