Acudir en peregrinación a La Meca es uno de los cinco pilares de la fe musulmana. Todo creyente debe hacerlo al menos una vez en la vida, a menos que lo impida un inconveniente grave, económico o de salud.
Puede hacerlo en cualquier momento, aunque la llamada “peregrinación mayor” (hajj) tiene lugar una vez al año de acuerdo con el calendario lunar islámico. En 2015 la “hajj” tendrá lugar probablemente entre el 21 y el 25 de septiembre.
A diferencia de lo que ocurre en los templos católicos, los lugares de culto musulmanes están con frecuencia clausurados a los no mahometanos.
Un musulmán puede así visitar la Mezquita-Catedral de Córdoba, siempre que no despliegue la alfombra para rezar, mientras que un cristiano tiene absolutamente prohibido pisar el territorio de La Meca.
La falta de reciprocidad en materia de construcción de templos -el derecho a construir mezquitas está garantizado en Occidente, pero el Oriente musulmán prohíbe con frecuencia que se levanten iglesias- se aplica también a la libertad de movimiento de turistas o de amantes del arte.
Un conjunto de carteles, en las cercanías de la Meca y Medina, alertan a los viajeros de que se entra en territorio sagrado prohibido a los no musulmanes.
¿Cómo aplican las autoridades saudíes la norma? Habitualmente, mediante controles policiales en carreteras y estaciones, en los que los funcionarios saudíes cuentan con varios protocolos de actuación. El más habitual es la solicitud de documentos de identidad.
Si los viajeros son saudíes, se da por descontado que son musulmanes. Si -como es el caso de millones de peregrinos- cuentan con pasaporte extranjero, debe constar en su solicitud de visado su religión musulmana, en caso de que pretendan seguir viaje hasta La Meca una vez que llegan a Arabia Saudí.
Con frecuencia, y en particular si el nombre no es musulmán o se trata de un occidental converso, la Policía exige un certificado emitido por el imán de la mezquita local, o por otra autoridad religiosa, que dé fe de su conversión al islam.
¿Qué ocurre con los infractores? No abundan los aventureros pero se han dado y se siguen produciendo casos. Si la Policía les detiene, el resultado final es la deportación después de una pequeña e ingrata estancia en una cárcel saudí.
No es, sin embargo, un crimen condenado con la pena capital como ocurrió hasta comienzos del siglo XX.
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