Lecturas para fin de semana “Una historia insólita”

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Corría el año 1802 cuando un soldado conquense del Regimiento de infantería de la Corona, de guarnición en Valladolid, de nombre Mariano Coronado, fue apresado por robo con homicidio y condenado por un tribunal militar a la pena capital. Al objeto de cumplir tal pena, cual era costumbre, se preparó todo en la plaza Mayor vallisoletana para su ahorcamiento, que una mañana se llevó finalmente a cabo. Una vez ahorcado, dando por supuesto que el soldado había muerto, se bajó su cuerpo del cadalso y las Hermanas de la Caridad se hicieron cargo de él. Pero, de camino a la morgue, una de las monjas vio cómo el cadáver movía una mano. Poco a poco, gracias a los cuidados de las religiosas, el ahorcado volvió a la vida. Pero, entonces, se planteó la gran duda: qué hacer con él. Tras una sesuda reflexión y la oportuna consulta con el propio rey, se decidió que el reo había cumplido con la justicia: había sido condenado a la horca y había sido ahorcado, por lo que la pena estaba satisfecha. En consecuencia, sorprendentemente, Mariano Coronado fue dejado en libertad, aunque eso sí, se le expulsó de la ciudad. A cambio, se decidió procesar al verdugo, por considerar que podía ser culpable de que el reo estuviera vivo, pero finalmente el juez concluyó que este había hecho bien su trabajo y que la «culpa» de lo sucedido estaba en haberlo bajado demasiado pronto de la soga, lo que no era base para condena alguna. Mientras tanto, el afortunado soldado había vuelto secretamente a Valladolid, al parecer para tomarse venganza de una antigua novia que le había traicionado. La justicia le volvió a apresar y, esta vez, se aseguró de que el destierro fuera eficaz, para lo que fue enviado a Vigo y allí embarcado con destino a Puerto Rico, donde se le perdió la pista. Al parecer el soldado núnca llegó a Puerto Rico debido a que durante la travesía, al pasear por la borda del barco que lo llevaba a la isla caribeña ,tropezó con una soga que enredada a su cuello lo lanzó al mar luego de morir ahorcado.