Las letras después de Asturias (fragmento)

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Por: Francisco Alejandro Méndez.- (Prensa Libre)

El 19 de octubre de este año Miguel Ángel Asturias cumpliría 118 años. En esta fecha también se celebran los 50 años de haber sido galardonado con el Nobel de Literatura. Como un homenaje a este laureado guatemalteco, nueve escritores del país hablan de sus obras, su valor literario y el mundo que estas encierran.

Escribir sobre Miguel Ángel Asturias es un gran placer, sobretodo por lo que significa para nuestro país y para la literatura universal. Asturias es el guatemalteco más guatemalteco, su capacidad para captar y transformar los sonidos, sabores y olores de una Guatemala que palpó, es inconmensurable. Para hablar de su narrativa, basta con nombrar extraordinarias novelas como Mulata de Tal, Hombres de Maíz o El señor Presidente, para entender que Asturias fue un pionero y un adelantado del Realismo Mágico. Siempre he considerado que junto a Alejo Carpentier, son los dos escritores latinoamericanos imprescindibles. Lo que Asturias escribió sobre la cosmovisión maya, Carpentier lo plasmó en sus novelas al respecto de la situación del negro en la Colonia.

La trilogía bananera: Viento fuerte (1950), El papa verde (1954) y Los ojos de los enterrados (1960), es un claro ejemplo de la literatura social en la que nuestro autor se sumerge en la injerencia de la United Fruit Company y sus repercusiones. Siempre he considerado que estas tres novelas son perfectas para comenzar a conocer el mundo asturiano.

Además, Mulata de Tal (1963), una de las más creativas y provocadoras, que a través de una carga lingüística experimental, surrealista, utiliza la sexualidad como una forma discursiva de seducción, pero, a la vez, contradiscursivo.

Los caminos vanguardistas

Por otro lado, Leyendas de Guatemala(1930), su primer libro de relatos, es una de las obras escritas al tenor de las vanguardias europeas (las cuales conoció durante su estancia en Francia), pero, con un ingrediente centroamericano. La utilización de la oralidad, especialmente de las brujas y espantos criollos, como fuente para utilizar lo popular y lo identitario. Recordemos que las vanguardias experimentaron e innovaron en el lenguaje. Asturias utiliza estrategias coloquiales para manifestar ese juego lingüístico, como por ejemplo, cuando señala en “Ahora que me acuerdo”:

“¡A-e-i-o-u! ¡Más ligero! ¡A-e-i-o-u! ¡Más ligero! ¡No existe nada! ¡No existo yo, que estoy bailando en un pie! ¡A-e-i-o-u! ¡Más ligero! ¡U-o-i-e-a! ¡Más! ¡Criiii-criiii! ¡Más! Que mi mano derecha tire de mi izquierda hasta partirme en dos —aeiou— para seguir bailando —uoiea— partido por la mitad —aeiou—, pero cogido de las manos —¡criiii…criiii!”.

Su propio surrealismo incluye esa riqueza de la oralidad, lo prehispánico y el propio sello de la escritura asturiana.

Son estas Leyendas de Guatemala, que traducidas al francés por Francis de Miomandre y prologada por el poeta Paul Valery, las que abrieron las puertas para la larga vida literaria, que lo llevó a recibir el Premio Nobel de Literatura 1967