Hablemos como Dios manda

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Por Mauricio Eduardo Colorado.-

Casi a diario escuchamos que nuestros funcionarios, especialmente los diputados de la Asamblea Legislativa, se dirigen su auditorio con un saludo que pretenden hacer popular al mencionar “Señores  diputadas y diputados” y siguen con el mensaje  o discurso que tienen preparados para sus oyentes.

El diccionario de la Real Academia de la Lengua ha regulado el tema, aunque en este breve espacio no es posible extendernos, trataremos de resumir unas cuantas ideas.

En primer lugar es conveniente aclarar cuál es nuestro idioma. Según nuestra constitución no es el ESPAÑOL, sino que el CASTELLANO. Asi lo expresa el artículo 62 de la constitución de nuestro país “El idioma oficial  de El Salvador es el Castellano. El  gobierno está obligado a velar por su conservación y enseñanza”.

Es decir que nuestro idioma, nació en la región española de Castilla; por otro lado, nuestra legislación secundaria también nos ordena atender la ley en el bien hablar.

Veamos que dispone el art.25 del Código Civil. “Artículo 25.-Las palabras hombre, persona, niño, adulto y otras semejantes, que en su sentido general se aplican a individuos de la especie humana, sin distinción de sexo, se entenderán comprender ambos sexos en las disposiciones de las leyes, a menos que, por la naturaleza de la disposición o el contexto, se limiten manifiestamente a uno solo.

Por el contrario, las palabras mujer, niña, viuda y otras semejantes, que designan el sexo femenino, no se aplicarán al otro sexo; a menos que expresamente las extienda la ley a él.” Como se puede apreciar, dirigirse a un público con palabras que la ley ya ha definido que alcanza a los dos géneros, no deja de ser una necedad.

Desde luego la  ignorancia y   aquellos políticos que quieren quedar bien, o ganar adeptos, votos o simplemente desean ser corteses, no respetan reglas de gramática.

No se debe sorprender el lector de escuchar expresiones que de por si son absurdas. Oír decir que las culebras y los culebros son animales que pueden causar daño a las y los personas que no tienen precaución, no debe causarnos extrañeza, porque es frecuente oírlas. En nuestro país, se ha llegado hasta ver no uno sino varios diccionarios con salvadoreñismos debidamente ordenados como palabras que solamente acá tienen sentido. Dendioy, Anantes son salvadoreñismos que hasta nos causa placer cuando las pronunciamos en el extranjero. Sin embargo, debemos esforzarnos por una buena dicción.