El nacimiento de Jesús y otras celebraciones del 25 de diciembre

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Algunos historiadores y muchos paganos contemporáneos sostienen que las celebraciones que en nuestro calendario coinciden con el final de diciembre y el principio de enero no tenían su origen en la celebración cristiana sino, mucho antes, en los cultos agrarios que celebrarían el solsticio de invierno, que se caracteriza por ser la época en la que los días comienzan a alargarse de nuevo. Ciertamente, en estas fechas los romanos celebraban las festividades dedicadas a Saturno, dios del tiempo y la agricultura, que también incluían el intercambio de regalos y terminaban con la festividad del Sol Invicto el día 25 de Diciembre. Las saturnales se empezaron a celebrar al menos cuatro siglos antes de que el culto Sol Invictus adoptara una cierta autonomía ya con Aureliano en el siglo II d.C. Esta autonomía que el culto al Sol va ganando sobre el culto a los dioses agrarios tiene interés porque representa una forma particular de evolución del politeísmo al monoteísmo que se ha dado numerosas veces en la historia de las religiones antiguas.

Hasta cierto punto, esta tendencia preparaba el advenimiento del cristianismo imperial romano que prohibiría la festividad del Sol Invictus y otras muchas mediante el célebre edicto de Tesalónica dictado por Teodosio en el año 380. Pero ya antes de esa fecha los Padres de la Iglesia habían visto en el simbolismo del Sol Victorioso una imagen ajustada a su propia visión de Cristo, centrada en la victoria del Dios resucitado sobre la oscuridad de la muerte, aunque representado en la imagen de un bebé. Y es que también al Sol Invictus se le representaba como un bebé. Y también era un bebé el más antiguo dios resucitado Osiris, hijo de la otra célebre virgen de la antigüedad, Isis, a la que las primeras imágenes de la Virgen imitan.

Algunos cristianos rechazan esta teoría, pero el catolicismo romano acepta ampliamente que la fecha de la Navidad es una convención, como muestra la afirmación de Juan Pablo II: “A los cristianos les pareció lógico y natural sustituir esa fiesta con la celebración del único y verdadero Sol, Jesucristo, que vino al mundo para traer a los hombres la luz de la verdad” (1993, asamblea general 22 de Diciembre). Gracias al cronógrafo de Filócalo sabemos que al menos desde 336 (con el Papa Julio I) el nacimiento de Jesús se celebraba el 25 de Diciembre en Roma. En el año 440, el Papa León Magno estableció esta fecha para la conmemoración de la Natividad y ya en 529 el emperador Justiniano la declara oficialmente festividad del Imperio.

Sigue sin haber prueba arqueológica que demuestre que la persona a la que llamamos “Jesús de Nazaret” existiera.

Aquellas iglesias cristianas que no se han regido por los concilios romanos, como la copta o la siria, celebran el nacimiento de Jesús coincidiendo con la Epifanía, nuestro día de Reyes, cuando se supone que el nacimiento de Jesús se da a conocer. Y también hay quien la celebra cuando simplemente cuando le viene bien, como se decretó en Venezuela en 2013 adelantando la fecha al 1 de noviembre, declarando la festividad nacional de la “Navidad Temprana”. Sea como sea, nada sabemos de las fechas históricas de estos hechos celebran, ni sabemos tampoco si tales hechos son uno de los rumores más exitosos de la historia o realmente aconteció algo parecido.