Cuando Donald Trump levantó la mano para indicar que no cumpliría la promesa de no postularse como candidato independiente a la Casa Blanca marcó el tono del primer debate del Partido Republicano y el del futuro de su propia campaña por la nominación presidencial.
Este jueves quedó demostrado que es difícil organizar un debate con 10 participantes y más cuando en el estrado está alguien como Trump.
En este debate había demasiada gente como para que diera tiempo de profundizar en las posiciones y en el programa de cada uno de los aspirantes.
Pero lo que sí quedó claro es que Trump está dispuesto a decir y a hacer lo que sea necesario para mantenerse vigente y activo en la conversación pública, pese a que mucho dentro de su propio partido preferirían que desapareciera de la escena.
Incluso hasta a postularse fuera del Partido Republicano, si no resultara ganador del proceso interno en el que está enfrentado con otros 16 aspirantes.
Eso a pesar de que muchos republicanos temen que semejante movida ponga en riesgo las posibilidades del llamado Gran Viejo Partido en llegar a la Casa Blanca.
Recepción mixta
Los participantes en el evento organizado por la cadena de noticias Fox, salieron rápidamente a dejar su marca, el primero, por supuesto, Trump, sobre quien estaban puestas todas las miradas.
El polémico multimillonario fue el único que no se mostró total e incondicionalmente dispuesto a aceptar y apoyar al candidato que finalmente logre la nominación, compromiso que pidieron los moderadores antes de empezar el debate.
En las dos horas que duró el programa, Trump tuvo varias oportunidades de salir con sus frases altisonantes y muchas de ellas para nada políticamente correctas, cosa de la que dijo estar orgulloso.
“Realmente no tengo tiempo para la corrección política y para ser honesto con ustedes, este país tampoco”, dijo defendiendo su manera de hablar, cuando una de las presentadoras le preguntó por comentarios despectivos hacia las mujeres.
E insistió en repetir lo que viene diciendo desde que lanzó su candidatura sobre la “mala calidad” de la inmigración que viene de México.
En un momento, aseguró que el gobierno mexicano no protege a sus ciudadanos porque “los estúpidos líderes de EE.UU. lo harán por ellos”.
Si bien la reacción inicial del público presente en la arena de los Cavaliers de Cleveland fue entusiasta ante el más célebre de los candidatos, ese respaldo se fue diluyendo a lo largo del evento.
Incluso hubo varias ocasiones en las que las palabra del empresario no generaron la ovación que quizá él esperaba y en otras en las que los abucheos y los vítores se mezclaban con igual intensidad.
Dominio del tiempo
Como era natural, Trump no solo fue el que dijo más cosas altisonantes, sino el que más tiempo acaparó en el debate, cerca de 11 minutos.
Detrás de él, con unos 9 minutos, el exgobernador Jeb Bush, segundo también en las encuestas que usó la cadena Fox para asignar los puestos a los candidatos con mayor popularidad entre el grupo de 17 que aspiran a la candidatura.
El senador Marco Rubio logró cinco minutos y su colega Rand Paul, el que menos habló, usó unos tres
minutos.
Más allá de un intento del senador Paul al inicio del debate contra Trump y luego un breve enfrentamiento por diferencias sobre cómo manejar temas de seguridad nacional entre el gobernador de Nueva Jrsey Chris Christie y el Paul, el evento transcurrió sin sorpresas.
El senador Ted Cruz, por ejemplo, insistió en cuestionar al liderazgo de su partido y trató de perfilarse como el conservador más radical de todos los precandidatos.
Algunos analistas sugieren que Cruz confía en que ante un eventual desinflamiento de la opción de Trump –una posibilidad en la que parecen confiar muchos republicanos- él podrá quedarse con esos votantes molestos que se ahora sienten interpretados por el empresario.
En cambio, otros como Bush, Rubio, el neurocirujano Ben Carson o el gobernador Christie, presentaron un discurso menos extremista, apelando a la necesidad de unificar al partido frente a la amenaza de dejar la Casa Blanca en manos de Hillary Clinton.
La amenaza Clinton
En lo que todos los participantes en el debate estuvieron de acuerdo es en que Hillary Clinton será la candidata del partido Demócrata, a pesar de que sus números vienen bajando en las últimas encuestas.
El nombre de Clinton fue citado en 14 ocasiones, mucho más que el de Barack Obama, a pesar de que para los republicanos las políticas del actual presidente, desde la reforma de salud hasta el reciente acuerdo nuclear con Irán, han puesto en peligro el futuro del país.
Pero para los precandidatos es claro que Obama ya es pasado y que Clinton es la amenaza de la continuación de esas políticas “de izquierda”.
Un caso curioso fue cuando Donald Trump reconoció haber donado dinero a muchas campañas electorales en el pasado, incluyendo a algunas de quienes le acompañaban en el estrado.
Pero sobre todo a la de Hillary Clinton a quien invitó a su boda y ella asistió “¿Saben por qué? Porque no tenía opción”, dijo dando a entender que las donaciones atan al político al donante.
En cambio, él asegura que no tendría esas ataduras porque tiene el dinero necesario para financiar su campaña, y eso es lo que lo que hace a Trump un factor temible para algunos en el partido Republicano.
Pero Trump reconoció haberse aprovechado por décadas de un sistema que ahora critica.
Si bien las cosas que dice son la clave del éxito de Trump hasta ahora, ese tipo de confesiones, su tono agresivo y hasta comentarios que para algunos resultan misóginos pueden terminar por restarle apoyo entre muchos que hoy le aplauden.
El problema es que en el proceso la “marca republicana” puede quedar afectada y con ello las posibilidades de recuperar la Casa Blanca.