El fiscal general egipcio, Hisham Barakat, fue asesinado este lunes por la explosión de una bomba al paso de su vehículo en el noreste de El Cairo, según informaron fuentes de seguridad. Otras siete personas resultaron heridas en el atentado, entre ellas dos escoltas del fiscal.
El ataque, reivindicado por un grupo poco conocido, fue perpetrado con una bomba colocada en un automóvil estacionado en la avenida Emar ben Yaser, en el barrio de Masr al Gedida y junto a la Academia Militar.
El asistente del fiscal, Zakaria Abdelaziz Ozman, dijo en declaraciones a la agencia de noticias oficial Mena que Barakat sufrió “un intento de asesinato” cuando se dirigía a su oficina.
Fuentes médicas del Hospital Internacional Al Nozha, donde fue internado, indicaron que antes de fallecer el fiscal fue ingresado en la unidad de cuidados intensivos tras ser sometido a una intervención quirúrgica debido a una hemorragia interna.
La explosión causó importantes destrozos materiales en una treintena de vehículos y en varias viviendas de la zona, según se pudo constatar.
Tras el atentado, efectivos de la Defensa Civil y artificieros se desplazaron a la zona para determinar si hay otros artefactos explosivos y la policía militar cerró al tráfico la avenida Emar ben Yaser.
La autoría del ataque fue asumida por un grupo que se autodenomina Movimiento de Resistencia Popular en un comunicado publicado en su cuenta de Facebook, que fue posteriormente retirado de la red social y cuya autenticidad no se puede verificar.
El grupo anunció en una breve nota que hizo estallar un artefacto explosivo debajo del coche del fiscal, quien “resultó herido de forma directa”.
Hay más ataques
Los atentados terroristas se han incrementado en Egipto desde el derrocamiento militar en julio de 2013 del entonces presidente, el islamista Mohamed Mursi.
El blanco de estos ataques han sido principalmente los miembros del Ejército y la Policía egipcias, aunque recientemente se han incrementado las amenazas contra el Poder Judicial, que ha dictado cientos de condenas de muerte y de cárcel contra dirigentes y simpatizantes de grupos islamistas.
A mediados de mayo, tres jueces perdieron su vida en un ataque contra el minibús en el que viajaban en la ciudad de Al Arish, en el norte de la península del Sinaí.
Pocos días después, el grupo yihadista egipcio Wilaya Sina (Provincia del Sinaí), que juró lealtad al Estado Islámico (ISIS), amenazó con vengarse de los jueces que han condenado a muerte a los islamistas.
Wilaya Sina, que ha asumido los atentados más sangrientos de los últimos meses, afirmó que esos fallos “fueron pronunciados por tiranos que se denominan jueces”.