Elecciones en EE.UU: Clinton y Trump generan más rechazo que entusiasmo

0
917

Pocas veces en la historia estadounidense los votantes han estado tan enfadados y ha habido tantas opiniones contrarias a los dos grandes favoritos para proclamarse presidente en las elecciones generales de noviembre. Pese a que parezca ir contra la ley de la gravedad está pasando: los candidatos menos queridos por los votantes son los que están ganando.

La demócrata Hillary Clinton y el republicano Donald Trump, que lideran la puja de primarias en sus respectivos partidos, son los aspirantes presidenciales más impopulares, algo que solo puede explicarse en un ambiente político cada vez más polarizado.

Encuesta tras encuestas, tanto Trump como Clinton reciben el desdén de los estadounidense. La última, un sondeo de la cadena CBS, indicaba esta semana que a más de la mitad de los votantes (el 54%) no les gusta la candidatura de la ex secretaria de Estado. Mientras que en el caso del magnate neoyorquino Trump las opiniones desfavorables llegan al 63% del electorado.Estos resultados son similares a un sondeo de comienzos de abril realizado por la agencia de noticias AP que indica que el 55% de los votantes tiene una opinión “en algún modo” o “muy” desfavorable hacia Clinton, cerca de proclamarse matemáticamente la candidata demócrata a sustituir a Barack Obama en la Casa Blanca.

Pero el que bate todos los récords de aprensión entre votantes es Trump, visto desfavorablemente por el 69% de los estadounidense en edad de votar en esa encuesta. Según las últimas estadísticas del Washington Post, a solo uno de cada tres les gusta Clinton, mientras que Trump solo es visto con buenos ojos por uno de cada cuatro.

En la era del desencanto con la política, la principal razón que ha llevado a Trump a ser el mejor posicionado para convertirse en el líder del partido de Abraham Lincoln, no parece que las elecciones de noviembre vayan a servir de válvula de escape para aquellos que han perdido la confianza en sus políticos si se mantienen estas tasas de impopularidad.

Los únicos que cuentan con la visión favorable de más de la mitad de la opinión pública en estas primarias son el gobernador de Ohio, John Kasich, cuya única esperanza de convertirse en el candidato presidencial conservador es una convención republicana abierta en la que los cadáveres políticos se apilen y sea él la única alternativa.

En el bando demócrata, el senador Bernie Sanders es el único que supera el 50% de opiniones favorables, pero sus posibilidades de disputar la presidencia en las elecciones de este otoño cada vez son más reducidas, ya que Clinton sigue acumulando delegados, en muchos casos más rápido que su rival pese a perder en el porcentaje de votos, debido al papel de los superdelegados, miembros del partido que fuera de lo que dicen las urnas pueden declarar su apoyo de manera independiente.

“¿Cómo hemos llegado a esto?¿Cómo tenemos tan malas opciones en la carrera presidencial?”, se preguntaba el viernes pasado en una columna de opinión Howard Kurtz, especialista en análisis de medios y comentarista del canal Fox News.

También esta semana, la columnista del Washington Post Ruth Marcus analizaba en varias entrevistas lo que ha dado en llamar “un concurso de impopularidad para la posteridad”. “Ésta va a ser la primera vez en la historia que ambos candidatos desagradan a la mayoría de los estadounidenses”, comentaba Mark Mellman, analista demócrata y fundador de Mellman Group.

Esta situación sin precedentes -en el caso de victorias de Clinton o Trump- haría que por primera vez en la historia estadounidense, el mandatario elegido iniciara su mandato con datos negativos de impopularidad, algo que contrastaría con la llegada en 2008 de Barack Obama, que juró su cargo a unos niveles de popularidad récord tras los criticados ocho años del George W. Bush.

Pero Estados Unidos ya no es lo que era. El Partido Demócrata, que con Bill Clinton se opuso al matrimonio gay o desregularizó la banca, cada vez orbita más hacia la izquierda y el Partido Republicano se está desangrando entre la élite, defensores a ultranza del libre mercado, y movimientos ultraconservadores, descontentos con la oleada migratoria, la globalización y la situación económica derivada de la crisis de 2008, que los ha dejado fuera de juego en menos de una generación.

“Si cree que Estados Unidos está peor que hace cuatro, ocho, 12 ó 16 años probablemente sea escéptico sobre la posibilidad de que el próximo presidente mejore la situación, y la elección entre Clinton y Trump no va a ayudar”, señaló Jim Geraghty, escritor y columnista conservador.