Un estudio sobre pacientes con artritis reumatoidea (AR) revela que los que viven en países ricos están
más preocupados por la enfermedad que en las naciones pobres, aunque en éstas los síntomas de la enfermedad son más graves.
Los resultados, que provienen de 17 países, sugieren que los factores culturales influirían en la percepción que los pacientes tienen de su enfermedad y, quizás, hasta en los resultados de los ensayos clínicos.
“Esas diferencias son preocupantes porque describen iniquidades en salud (que no se pueden atribuir a factores biológicos o genéticos)”, dijo la autora principal, Polina Putrik, del Centro Médico de la Universidad de Maastricht, en Países Bajos.
La AR es una enfermedad autoinmune de las articulaciones, el tejido conectivo, los músculos, los tendones y el tejido fibroso. Produce dolor y deformación. La Organización Mundial de la Salud estima que afecta a entre el 0,3 y el 1 por ciento de la población.
“Los pacientes desarrollan mucha ansiedad sobre el futuro, el curso impredecible de su enfermedad, los efectos adversos de los tratamientos y la pérdida de los roles sociales”, indicó.
Estudios previos habían detectado diferencias internacionales en la percepción que los pacientes tienen de su
enfermedad, pero se desconoce cómo eso está asociado con la gravedad de la AR.
En Annals of the Rheumatic Diseases, el equipo publica los resultados del estudio sobre 3.920 pacientes con AR en países con distintos PBI, desde Estados Unidos (el más rico) hasta Marruecos (el más pobre). Los participantes tenían 56 años, en promedio, y la mayoría eran mujeres.
Se les evaluaron las articulaciones, se les hicieron análisis de sangre para determinar los niveles de inflamación, como así también un examen general de la enfermedad para conocer su grado (desde “inactiva” hasta “grave”).
Los participantes respondieron cuestionarios estandarizados sobre su funcionalidad en la última semana, además del estado percibido y el nivel de fatiga.
Los pacientes de Marruecos tenían el nivel de inflamación más alto, con unos 6,7 puntos, mientras que los de Holanda registraban el valor más bajo, con unos 0,9 puntos. Los pacientes de los países más pobres concentraban los valores más altos de inflamación.
Pero los pacientes de Taiwán, uno de los países más ricos, eran los que peor calificaron su funcionalidad diaria en una escala del cero al tres (a menos valor, mayor discapacidad): 0,7 puntos en Taiwán versus 1,5 en Países Bajos.
Venezuela, el tercer país más pobre de la lista, obtuvo los valores más bajos de fatiga (1,7 puntos en una escala de cero a 10), comparado con Holanda, el segundo país más rico (5 puntos).
Las diferencias entre los países más ricos y más pobres se mantuvo significativa, aun tras considerar la edad, el sexo, la educación y otras enfermedades crónicas de las poblaciones.
Para el equipo, los pacientes de los países más ricos percibirían que su enfermedad es más grave por una combinación de expectativas y cultura.
“Por un lado, en los países más ricos, la mejor atención de la AR es más accesible y los pacientes tendrían expectativas terapéuticas exageradas”, dijo Putrik.
“Por otro lado, también estarían más presionados para sostener sus roles sociales (familia, trabajo y vida en
sociedad). Por lo tanto, no estarían tan satisfechos con su estado de salud”, añadió.
FUENTE: Annals of the Rheumatic Diseases, online 27 de agosto del 2015.