El Tribunal Supremo de Elecciones anunció los resultados preliminares con el 91% de las mesas de votación escrutadas, en los que el otro candidato, el predicador evangélico Fabricio Alvarado, del Partido Restauración Nacional, alcanzó el 39%.
De acuerdo con el ente electoral, se registró una participación del 67,03 %, muy lejos de los pronósticos que vaticinaban un alto nivel de abstencionismo.
Tras el anuncio de los datos, Fabricio Alvarado reconoció su derrota.
Los costarricenses eligieron a su presidente en segunda vuelta, entre un líder religioso, defensor de una postura conservadora, y un exministro oficialista, ahora ganador, sobre el que pesaba ser candidato de una formación política acusada de corrupción.
Fue la tercera vez en la historia que Costa Rica, uno de los países con más sólida tradición democrática en América Latina, necesitó ir a segunda vuelta para elegir a su presidente.
Y es que, según las encuestas, a pocos meses de la primera vuelta en febrero pasado, ningún candidato se perfilaba como favorito y ninguno convencía más allá de su formación.
Las dudas llevaron a que 13 partidos presentaran sus propuestas, pero el alto número también significó una dispersión de las intenciones de voto durante esa primera ronda.
Entonces, el candidato del Partido Restauración Nacional, se colocó a la cabeza de los sufragios con el 24,78% de los votos, frente a los 21,74% del representante del Partido Acción Ciudadana.
Quién es Carlos Alvarado
Este político de 38 años apenas cuenta con cuatro años de experiencia en cargos públicos y con la victoria de este domingo se convirtió en la persona más joven que llegará a la presidencia del país.
Periodista de formación, se desempeñó como asesor de la fracción del PAC en la Asamblea Legislativa entre 2006 y 2010, del Institute of Development Studies de Reino Unido después, ocupó un cargo de gerencia en Procter & Gamble Latinoamérica y fue el director de la campaña del ahora presidente saliente.
Fue él quien le dio la oportunidad de estrenarse en política a inicios de este gobierno, cuando lo designó presidente ejecutivo de Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS).
También fue ministro de Desarrollo Humano e Inclusión Social y dos años después tuvo a su cargo la cartera de Trabajo, puesto que dejó a inicios de 2017 para inscribirse como precandidato en la convención interna de su partido y ganar con holgura.
Además de ser bachiller en Comunicación Colectiva y máster en Ciencias Políticas por la Universidad de Costa Rica, ostenta una maestría en estudios de desarrollo por la Universidad de Sussex, en Reino Unido, y ha publicado una recopilación de cuentos y tres novelas.
Como candidato presidencial le correspondió hacer frente a las críticas contra su partido por el “cementazo” o caso del cemento chino, el más sonado escándalo de corrupción del país, que se fraguó durante el actual gobierno y salpica a funcionarios de los tres poderes.
Mientras, sus simpatizantes le reconocen las propuestas sociales, educativas y ambientales, pero sobre todo su postura a favor de que la unión de personas del mismo sexo sea considerado legalmente matrimonio.
El matrimonio igualitario
El curso normal de las elecciones vivió un cambio en enero pasado, cuando el dictamen de una consulta realizada a la Corte Interamericana de Derechos Humanos cambió todo el panorama electoral.
La consulta validó las uniones del mismo sexo para los Estados miembros de la Corte, lo que obligaría de facto al gobierno a permitir este tipo de uniones.
Y en Costa Rica, un país con una población de mayoría católica y conservadora, la opinión pública se dividió, el ala más conversadora se alarmó y los candidatos encontraron en el fallo una puerta para entrar al sector más intolerante de la sociedad.
Fabricio Alvarado aprovechó sus dotes de predicador y su influencia entre las comunidades religiosas para ganarse al sector más radical del conservadurismo costarricense.
Aseguró que desacataría la opinión de la Corte, lo que muy pronto lo ubicó entre los favoritos.
Cargó su discurso contra el derecho de las personas del mismo sexo a unirse legalmente, lo que llamó la “dictadura de género”, y contra la homosexualidad, a la que consideró una “desviación”.
El auge de los conservadores también le dio impulso a Carlos Alvarado, exministro de 38 años y cercano aliado del presidente de centroizquierda Luis Guillermo Solís, quien fue recuperando terreno pese al desencanto de sus bases por los casos de corrupción que salpicaron al Ejecutivo.
El candidato oficialista apostó por hacer más conservador su discurso y prometer estabilidad y experiencia para su gobierno, aunque también se mostró más abierto a las uniones del mismo sexo, lo que le ganó el rechazo del sector más tradicional.
Un total de 3,3 millones de costarricenses fueron convocados este domingo a las urnas para elegir al presidente.
El actual mandatario de Costa Rica, Luis Guillermo Solís, terminará su mandato el próximo 8 de mayo.