De Somoza a Ortega

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Por  Mauricio Eduardo Colorado.

Lo sucedido en la presente semana en la vecina Nicaragua, nos hace recordar la trágica suerte política de esa nación hermana. La familia Somoza en el siglo XX había tomado el poder en forma permanente por medio del señor Anastasio Somoza, quien se había convertido en amo y señor de vidas y hacienda de aquella nación. En el año de 1956 si mal no recordamos, un individuo que había vivido en El Salvador, se trasladó a Managua, y en un complot que no se cumplió a cabalidad, se perpetro el asesinato del dictador.

Resultó que Rigoberto López Pérez, confabulado con otros, estarían en una fiesta, a la que asistiría el presidente, y el acuerdo consistía que a determinada hora, los conjurados apagarían la luz del local, y aprovechando la oscuridad y la sorpresa del momento, López Pérez estaría frente a Somoza en el baile, y aprovecharía para disparar contra él, y huiría aprovechando la oscuridad. Sin embargo, los encargados de causar el apagón, por alguna razón fallaron y el crimen se produjo en la claridad de la celebración. López Pérez fue entonces acribillado por los guardaespaldas de Somoza, y la conmoción llenó el lugar.

Este Somoza padre de los que tomaron el control del poder, se había impuesto al poder tras haber eliminado a su opositor Sandino, a quien se asesinó, cuando salía de una reunión en la que se había suscrito un entendimiento entre él y Somoza para terminar una guerra civil por el poder político de Nicaragua.

Eliminado Somoza padre, sus hijos, Luis y Anastasio hijo, continuaron la dictadura alternándose entre ellos la presidencia, y nombrando testaferros para simular una democracia que a nadie engañaba. Algún tiempo después, se inició una nueva guerra contra tan fatídica dinastía liderada por  un movimiento sandinista (asi denominado en honor a Sandino) en la cual militaba Ortega, el actual mandatario de Nicaragua. Dicho gobierno no se pudo consolidar, porque a los pocos años, una mujer excepcional, Violeta de Chamorro, recuperó por medio del voto, el gobierno de la nación.

Entretanto, con el derrocamiento de Anastasio hijo,  éste se asiló en Paraguay, pero fue asesinado en esa nación. Se dice que de esa forma se aseguraba que no regresaría al poder en Nicaragua. Asi las cosas, el grupo de Ortega recuperó el poder, y desde entonces, gobierna al igual lo hizo la familia Somoza, (a quien combatieron por perpetuarse en el poder) en forma dictatorial y permanente. Curioso es que pese a que en la Constitución de Nicaragua se prohíbe la reelección presidencial, una Corte Suprema de Justicia, declaró “inconstitucional” la norma constitucional anti reelección. En la reciente semana que transcurrió, un nuevo golpe a la democracia se produjo en la sufrida nación. La mayoría sandinista (Orteguista) en el Congreso o Asamblea destituyo a los diputados opositores y deja el camino libre para que el presidente se reelija sin opositores de relevancia.

Parecería que lo que ocurre en Nicaragua no nos debería interesar. Sin embargo, en nuestro ambiente, es notorio el seguimiento político de otros países como Venezuela, Cuba y ahora Nicaragua, que son imitados en sus acciones para obtener el poder absoluto, sin escrúpulos ni miramientos de ningún tipo. Preocupante, ¿No le parece?