¿Cuál es el estado del clima en América Latina?

Un informe advierte que 2024 fue el segundo año más cálido registrado en América Central y el Caribe y que estuvo marcado por el deshielo de los glaciares, huracanes, incendios forestales, sequías e inundaciones

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La semana anterior se publicó el estado del clima en Europa en 2024 en el que se muestra un escenario desolador en el Viejo Continente. En América Latina y El Caribe el panorama no es mucho más alentador. Según el informe ‘Estado del Clima en América Latina y El Caribe 2024’, el pasado año se batieron récords en la región en cuanto a huracanes, inundaciones, sequías e incendios forestales.

“Países del Caribe fueron impactados por el huracán Beryl. En México, el ciclón tropical John impactó en el Pacífico por lluvias en contraste con Otis, que el año previo impactó por vientos. Y hubo un ciclón tropical fuera de temporada, Sara, que se presentó tarde, de manera inusual”, apunta a DW Jorge Luis Vázquez Aguirre, coautor del reporte.

En Honduras lo recuerdan bien. “En el 2024, las lluvias de Sara golpearon la infraestructura, el acceso a agua potable y dejaron cientos de personas afectadas, destruyeron un puente en el río Cangrejal en la ciudad de La Ceiba, desplazaron a 8.247 personas a albergues y dejaron a 2.492 personas completamente incomunicadas y, además, hubo 7 muertes”, detalla a DW Deborah Sánchez, Directora de la organización no gubernamental CLARIFI.

El puente El Cangrejal, destruido en Honduras por el paso del ciclón tropical Sara

Por otro lado, “en la Amazonía, las olas de calor y los incendios causaron un gran impacto, del mismo modo que en Chile”, recuerda Vázquez, también académico en Ciencias Atmosféricas de la Universidad Veracruzana, en México. “Las olas de calor de larga duración causaron pérdidas humanas en México. La sequía persistió en áreas diversas en el norte de México, pero también en regiones puntuales de Centroamérica y de algunas regiones insulares, en pequeñas islas”, agrega.

“Centroamérica, especialmente Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua, enfrentó una grave sequía que comprometió la producción agrícola y la seguridad alimentaria”, complementa a DW Bárbara Tapia, Coordinadora Técnica en Servicios de la Oficina Regional de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) para las Américas.  

“Las sequías se han vuelto más severas específicamente en la zona sur, el llamado Corredor Seco, donde se reportaron pérdidas en cultivos de entre 10 a 15 por ciento”, corrobora Sánchez.

“En Colombia y Ecuador, la escasez de lluvias afectó la generación hidroeléctrica y favoreció la ocurrencia de incendios forestales”, agrega Tapia, apuntando al calentamiento global como causa de todo ello. Según el reporte, el 2024 fue el segundo año más cálido del que se tienen registros. “El aumento de la temperatura influye directamente en la mayor frecuencia e intensidad de los incendios forestales, que afectan a las comunidades, dañan infraestructuras y destruyen extensas áreas agrícolas”, asegura la vocera de la OMM para las Américas.

El aumento de temperatura se ceba en los glaciares

“El aumento sostenido de la temperatura, tanto atmosférica como oceánica, intensifica la frecuencia e intensidad de eventos extremos. En 2024, el fenómeno de El Niño exacerbó estos efectos, alterando los patrones de precipitación y temperatura en gran parte de la región”, explica Tapia.

“La extinción de los glaciares en Sudamérica es otro de los impactos que ya no será posible reparar”, lamenta por su parte el coautor del reporte, en el que se subraya la desaparición del último glaciar de Venezuela, convirtiéndose en el segundo país del mundo en perder todos sus glaciares.

“La principal consecuencia para Venezuela, al igual que para Colombia, que también está cerca de quedarse sin glaciares, es la perdida de patrimonio cultural-ambiental. Los glaciares son parte de la cultura de los pueblos de montaña de esos países y su desaparición es en parte una pérdida de su identidad”, apunta a DW Lucas Ruiz, glaciólogo argentino con más de 15 años de experiencia que ha desempeñado parte de su carrera de investigación en el Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA).

Bolivia ha padecido desde noviembre de 2024 fuertes inundaciones

Asimismo, recuerda que su pérdida en regiones donde el clima es más árido provoca consecuencias para el desarrollo y los ecosistemas, ya que “los glaciares son recursos hídricos estratégicos”. “Por ejemplo, las sequías serán más severas, porque no van a tener el efecto amortiguador, la capacidad de mitigar o reducir su efecto”, destaca Ruiz. 

Una llamada a la acción para seguir con el Acuerdo de París

Basado en datos y observaciones, el informe se presenta como una herramienta para los tomadores de decisiones. “Es una manera de alertar sobre la necesidad de aprender a convivir con un sistema climático y una naturaleza cambiante, de tener conciencia del conocimiento del riesgo y de estar preparados para tener la capacidad de respuesta a un clima diferente, con cambios abruptos, con eventos extremos e inesperados y estar preparados, ser resilientes, poder adaptarse, incursionar ya en la acción climática inmediatamente”, puntualiza Jorge Luis Vázquez Aguirre, coautor del reporte.

Todo ello teniendo en cuenta que el 2024 también pasará a la historia como el primer año en el que el aumento de la temperatura global superó el límite de 1,5 grados centígrados establecido en el Acuerdo de París. “Se refiere a un promedio de largo plazo. Superarlo en un solo año no implica automáticamente que el objetivo esté perdido, pero sí evidencia que las acciones actuales son insuficientes”, recalca Tapia. “Cada fracción de grado adicional incrementa los riesgos para la salud, los ecosistemas, la economía y la seguridad. Para América Latina, una de las regiones más vulnerables, es un llamado a intensificar la acción climática, especialmente en adaptación, protección de comunidades y transición energética”, concluye.

Un camino en el que la región está dando sus pasos. Y es que, según el informe, las energías renovables representaron cerca del 69 por ciento de la matriz energética de América Latina.

Con información de DW