( Video de LPG).- El presidente Bukele dijo esta mañana, en un pleno prácticamente vacío, su primer y posiblemente ultimo discurso, ante la Organización de Naciones Unidas, ONU, donde calificó de obsoleto el formato del organismo, que debe ir pensando en cambiarlo hasta llegar a hacerlo de manera virtual en vez de como se ha acostumbrado desde hace 74 años, fecha en que se fundó dicho organismo mundial.
Bukele destacó a guisa de ejemplo, la manera en que las comunicaciones están influyendo en las transformaciones sociales del país. Citó para el caso un hecho ocurrido en un pequeño cantón (?) “El aguacate”, donde los estudiantes de una escuela pública conmemoraron el 198 Aniversario de nuestra independencia patria de la corona española, con tambores de hojalata y de utilizar cucharas (domésticas) como instrumentos musicales.
El gobernante aseguró ante las naciones que concurren al más importante cónclave de la ONU que después de haber visto las imágenes de ese acontecimiento captadas por un teléfono celular, dió instrucciones para que las autoridades correspondientes dotaran de tambores “reales” y otros instrumentos musicales a la escuela de los aguacates. O los asistentes a la 74 Asamblea General de las Naciones Unidas no entendieron la moraleja del asunto o la estrategia comunicacional de Bukele falló esta vez porque no se escucharon aplausos como era de esperarse.
Bukele “descubrió” ante la ONU, que las comunicaciones están cambiando el mundo y que el futuro pertenece a los millennials y centennials para los que reclamó apoyo y respaldo internacional.
Contrario a lo que los salvadoreños esperaban Bukele n o hizo denuncia alguna sobre los riesgos de deportación que enfrentan más de un cuarto de millón de compatriotas en los Estados Unidos, ni de los problemas que su gobierno enfrenta con la hegemonía pandilleril en los barrios a donde no tiene acceso ni la policía ni el ejército, a la forma acelerada conque se está calentando el planeta tierra,
Uno de los críticos de Bukele aseguró que el mandatario no denunció ni pidió nada, como si viviéramos en el país de las maravillas.
