Barcelona y Alavés comenzaron a preparar la final de la Copa del Rey del sábado, inmersos en dos climas completamente diferentes: mientras el modesto equipo vasco se hipermotiva con un partido para la historia, el equipo azulgrana cultiva su melancolía.
Todas las apuestas dan como favorito claro al Barcelona, la diferencia lógica entre dos clubes de magnitudes tan divergentes. El club azulgrana tiene un presupuesto de casi 700 millones de euros y su rival se conforma con 50. Es la diferencia entre una potencia mundial y un equipo que celebra la permanencia como un éxito.
Sin embargo, al Alavés se le presentó una oportunidad histórica de ganar el primer título de su vida con la final de la Copa del Rey. El equipo entrenado por el argentino Mauricio Pellegrino fue progresando silenciosamente en el torneo y rubricó su gran temporada con la posibilidad de levantar un trofeo, algo impensable hace apenas un año, cuando todavía era equipo de la segunda categoría del fútbol español.
Al contrario, al Barcelona parece sobrarle todo lo que está ocurriendo en este final de temporada, por mucho que esté ante la posibilidad de revalidar el título. Fue eliminado en los cuartos de final de la Liga de Campeones y perdió la Liga española a manos del Real Madrid en la última jornada. Mientras los blancos preparan su asalto a una nueva Champions, los azulgrana afrontan “una final clandestina”, como tituló el diario “Marca”.
Porque la realidad es que el Barcelona huele más a vacaciones que a partido. Así lo constata no sólo el escaso frenesí competitivo que muestra el equipo en estos días, sino hasta las señales que emiten sus propios aficionados.
El domingo apenas hubo 70 mil hinchas en el Camp Nou para alentar a su equipo ante el Éibar en una jornada que, con una buena dosis de fortuna, podría haber culminado con un título de Liga.
No sólo eso, sino que el club previsiblemente tendrá que devolver parte de las 13 mil 125 entradas asignadas a sus aficionados para presenciar la final del Vicente Calderón en directo. No hay suficiente demanda.
A cambio, el Alavés vendió todos sus boletos a la velocidad del rayo y ya se está hablando de la presencia en Madrid de más de 20 mil hinchas del conjunto vasco -la mitad sin entrada- para alentar a los suyos en busca de un título que sería histórico.
Los mensajes del plantel vasco son inequívocos. “Las ganas son las mismas que las de ellos. Es decir, ellos como máximo tienen las mismas ganas que nosotros”, manifestó el extremo Ibai Gómez al diario “Marca”.
“Esta temporada para el equipo y todos los jugadores es espectacular. Para un recién ascendido es impresionante. Estamos ilusionados y con ganas de jugar la final. Veo un buen trabajo para llegar bien a la cita ante el Barcelona”, aseguró el venezolano Christian Santos.
Lejos de dejarse ir en la Liga española, el Alavés finalizó la temporada como un tiro y cerró el ejercicio con tres victorias y un empate en los últimos cuatro encuentros, lo que le permitió acabar el torneo en la novena posición, un puesto más que meritorio para un recién ascendido.
“El equipo ha terminado muy bien la temporada y casi da lástima que ésta acabe”, manifestó Pellegrino recientemente.
Mientras las declaraciones optimistas se suceden en el Alavés, todo es silencio en el Barcelona respecto a una final que llega casi de incógnito, pues en el entorno del club se habla casi más del futuro -entrenador, fichajes y bajas- que del partido ante el Alavés. Es como si tuviera poco que ganar y mucho que perder.