Aranceles: ¿confrontación, adaptación o negociación?

El primer deber es intentar entender el proceso que estamos viviendo en vez de juzgarlo; además, autoridades, empresarios y ejecutivos, podrían preguntarse cómo se puede ver una oportunidad

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Por Ricardo Israel*

Mi recomendación es negociar. Pero hay un problema: pocos van a llegar directamente a Trump como el único que decide y no se ha hecho público el camino o canal que no sea llamar a la Casa Blanca, ya que nadie ha sido empoderado. Sin embargo, al seguir siendo EEUU un país de leyes, lo que se puede hacer es transitar el camino de lo que está establecido para Comercio o el Departamento de Estado, mientras se define formalmente el nombre de una persona o institución.

Por cierto que no me gusta lo que ha pasado en el comercio mundial, pero es evidente que detrás del camino tan distinto tomado por la potencia, está el hecho de que en 1945 era la mitad de la economía global, y hoy, -dependiendo del estudio-sería un tercio, pero si se revisa el World of Statistics, en muchos indicadores donde era el indiscutido número 1 hoy a veces ni siquiera figura en el Top 10 o lo hace en la medianía, además que ya no siente que es en su beneficio continuar financiando a instituciones como la ONU o la OTAN.

Al respecto, ¿qué se puede decir? El primer deber es intentar entender el proceso que estamos viviendo en vez de juzgarlo, y también se puede dar consejos, aunque nadie los haya pedido. El primero, sobre todo para países débiles como los latinoamericanos, es que sus líderes ni siquiera intenten darse gustitos personales, ya que eso puede perjudicar, y mucho, a sus países, y que los Petro o los Boric debieran observar el cuidado con que han actuado México y Sheinbaum, sin por ello dejar de considerarse progresistas. Ella también lo demostró en la rapidez con que reconoció que su país incumplió la cantidad de agua que debe entregarle a Texas según el Tratado de 1944, y ante las amenazas, señaló la voluntad de solucionarlo. Uno entiende el lamento de García Naranjo que repetía Porfirio Díaz: “Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”, pero a pesar de ello, se puede comparar la responsabilidad de los gobernantes. Lo segundo, es que también se puede buscar la luz a la salida del túnel, por lo que, además de quejarse, autoridades, empresarios y ejecutivos, podrían preguntarse cómo se puede ver una oportunidad.

Tercero, además de expresar molestia, quienes tienen algo de poder para influir en esta nueva realidad, debieran tratar de entender porque está pasando lo que está pasando, lo que comienza con una pregunta: ¿por qué ha hecho esto Trump? Al respecto, a) Desafiar a todo el sistema es por cierto una apuesta, donde pueden perder él y EEUU, y su peor derrota, podría ser, por ejemplo, algo tan inesperado como un acercamiento geopolítico entre Europa y China. b) Sin embargo, lo que está haciendo Trump en ningún caso es sorpresa, ya que lo dijo una y otra vez en la campaña electoral. c) Intentar entender cómo opera la cabeza de Trump, toda vez que a veces la información recibida no es de utilidad, ya que se le cree poco y se le desprecia mucho. La experiencia demuestra que hay que creerle, observando el fondo más que la forma, ya que más que pensar lo que dice, lo suyo es pensamiento hablado, donde además está siempre disponible para opinar.

Cosa distinta si a uno le parece bueno o malo, o si gusta o no. Para un adecuado entendimiento, al leer, ver o escuchar, lo que desde conocidos periodistas hasta reputados analistas interpretan, estos muchas veces reaccionan con el estómago, en el sentido que reluce lo mucho que no les gusta o derechamente, les desagrada. Al mismo tiempo, hay una situación donde indudablemente su propia persona contribuye al decir las cosas en forma brusca y ofensiva, como también, por lo demás, se las dicen a él, aunque no hay duda, que tanto a nivel nacional como internacional, desde que apareció en política, ha logrado algo tan difícil como cambiar la conversación, en grado no menor atribuible a su estilo frontal, tanto que todo se transforma en opinión a favor o en contra de su persona. Y eso que ahora una buena cantidad es diariamente comunicada no en forma presencial, sino a través de Truth, la red social de la cual es uno de los propietarios, y que lo ha hecho más rico de lo que era antes.

En lo que se ha dicho, la clave son los aranceles recíprocos, es decir, como me tratas te responderé, sin embargo, a varios países que públicamente le han propuesto precisamente eso, ha aprovechado la oportunidad para pedirles algo más, con lo que inmediatamente se regresa al escenario negociador, además que fue el propio Trump el que puso la negociación encima de la mesa, ya que al día siguiente de su anuncio del 2 de abril dijo que estaría dispuesto a reducir los aranceles, si algún país afectado ofrece “algo fenomenal a cambio”.

Según la portavoz de la Casa Blanca, ya son 75 países los que habrían contactado a la Casa Blanca, pero lo más relevante es que no se incluye a China, quien contraatacó sin temor a la confrontación y actuando como la superpotencia que es o aspira a ser. Cual película del oeste, el duelo final que se ha planteado anticipa el futuro, no solo de las dos economías más grandes, sino también de quienes compiten por el sitial de potencia principal. Para mí, todo indica que mucho va a depender de si aumenta o disminuye la fortaleza del dólar, hoy por hoy, una de las fuentes de poder más grandes de EEUU, o quizás la más relevante.

Lo que es históricamente novedoso y marca la estrategia de China, es que se presenta a sí misma como fuerza de estabilidad en el mundo, lo que ya le había sido reconocido en la principal reunión del globalismo en Davos, aunque allí pasó relativamente inadvertida. Lo relevante era que ya en su primer gobierno, pero en un mundo en pandemia, Xi Jinping fue presentado como un campeón del sistema internacional, a diferencia de Trump, que ya entonces era visto como una especie de oveja negra de occidente.

Por supuesto que Trump puede fracasar, partiendo por alguna rebelión de los propios republicanos, cuyos talibanes fundamentalistas pueden inmolarse electoralmente en alguna pelea de principios. Sin embargo, también, y no debiera olvidarse, a Trump le puede ir bien, y tal como ocurrió en la última campaña que le devolvió la Casa Blanca, podría superar sus obstáculos, lo que no es algo menor, ya que lo que se intenta modificar es nada menos que una creación del propio EEUU, el mundo multilateral que hoy es cuestionado junto a sus reglas de funcionamiento, incluyendo a la ONU, hoy ejemplo de irrelevancia y obsolescencia. Algo que permite dimensionar lo que está pasando, es que algo así ni siquiera ocurrió con la desaparición de la URSS, ya que esta era un actor marginal en el comercio internacional, por lo que debiera siempre considerarse la magnitud del cambio que podría traer consigo a la actual globalización.

¿Qué es lo que ahora busca EEUU?

En el contexto de su confrontación con China como único rival, pretende un mundo bilateral, donde pueda imponer incluso a China, la UE y los países vecinos, el peso del uno a uno, aunque sin duda con China le está resultando difícil, ya que puede responder, tal como lo ha hecho con sanciones tales como vetarle la exportación de tierras raras, además que no acepta que le apliquen la política de contención que tuvo éxito con la URSS.

La contienda quedó establecida en el tema de los aranceles, donde después de una escalada china, EEUU se los fijó en 145%, mientras que el resto de las naciones recibía una pausa de 90 días, aunque después se anunció la excepción para computadores, teléfonos inteligentes, otros. Es decir, o cede Washington o más probable, por ahora que lo haga China, aceptando una negociación y una Cumbre con Xi, como lo ha pedido públicamente Trump.

Coinciden dos afirmaciones que no son contradictorias, sino que ambas son ciertas. La primera es que EEUU sigue siendo el país más fuerte, en lo militar y en lo económico, pero la segunda es que, en las últimas décadas, todos los años y cada uno de ellos, China ha reducido las distancias. Uno de los elementos que marcan hoy la diferencia, es que incluso en el gobierno anterior de Trump, se buscaba la rebaja de los aranceles, lo que ahora ha cambiado bruscamente. Sin embargo, hay que tener presente que antes que hubiera una especie de consenso al respecto, algunos países rompieron con lo que existía, lo que representó aperturas unilaterales. Fue el caso de Alemania Occidental que innovó el 49, y en el caso latinoamericano, la dictadura de Pinochet el 75, ambos con tratamiento de shock.

A pesar de algunas opiniones exageradas, hoy todavía no se presencia el fin del mundo, pero sí un cambio de enorme magnitud, ya que ni siquiera el fin de la Guerra Fría produjo ese resultado económico, de radical desafío a la estructura post Segunda Guerra Mundial. Por ello, es solo el fin de un mundo conocido y previsible, pero es también un cambio de paradigma, conducido por Trump, y reflejado en diversas acciones, primero a nivel nacional, y ahora, a nivel internacional. En la transición, sobrevivirán mejor aquellos que mejor se adapten, y como en todo cambio de magnitud, aún mejor lo harán quienes sean capaces de innovar, cosa que sabemos desde Darwin, quien, en el Origen de las Especies, enseñó que los que mejor sobreviven no son los más fuertes sino aquellos con mayor capacidad de adaptación.

Hoy EEUU ha agregado también un elemento ideológico, que se ha transformado en un movimiento, cual lo es la intención de confrontar al wokismo a nivel internacional, sobre todo en Europa, como lo ha hecho visible el vicepresidente J.D. Vance, quien ha usado palabras duras, y desde el primer día de la segunda administración de Trump, se ha incorporado a la política exterior de Washington, lo que quizás no sucedía desde que Carter lo hiciera con los Derechos Humanos en los 70s, y Bush Jr. con la guerra contra el terrorismo en los 90s. Ambas han perdurado, más la primera que la segunda, pero por ahora no se ve que la cruzada anti woke de Trump sobreviva a su gobierno.

Sin embargo, lo suyo recién está empezando, al menos en lo que a economía y comercio se refiere, de las negociaciones dependerá si lo que se ha iniciado se transforma en la mayor guerra comercial que el mundo ha conocido. Mientras tanto, lo razonable es evitar la hipérbole y la exageración, como tantos ya lo han hecho al igual que quienes recurren a la psicología o la psiquiatría, calificando a Trump desde inestable a loco, y ahí sí que no se avanza en entender lo que está pasando, más bien se retrocede.

La Casa Blanca aseguró que más de 70 países ya se contactaron para negociar con EEUU tras los aranceles de Trump (REUTERS/Leah Millis)

Por ello, vamos a los datos, que nos muestran que, por ahora, lo anunciado por Trump abarca más de 180 naciones, teniendo un componente que no debe ser olvidado, la idea que el resto del mundo ha abusado y se ha aprovechado de EEUU, pero sin entregar las evidencias al respecto, aunque para consumo interno siempre ha repetido que lo peor para ese imperio sin colonias habría sido la traición que ha sufrido de sus elites.

La negociación recién se inicia, y como prácticamente nadie se va a poder dar el lujo de no estar presente en el mercado estadounidense, mejor le va a ir según esa especie de manual que para Trump es The Art of the Deal, a esos países que negocien adaptándose, y peor a quienes busquen repetir el error de Petro de personalizar la ofensa. Es lo que podría haberle ocurrido a Boric, que había pasado desapercibido, y tenía menos que temer que otros, ya que Chile es una economía abierta, con balanza comercial favorable a EEUU. Sin embargo, en visita a la India se disparó a los pies al ofender en términos personales a Trump, con consecuencias que podrían partir con la pérdida del Visa Waiber o programa de exención de visas del que disfruta Chile, y peor, podría salir con altos aranceles para el cobre, del cual Chile vive en buena medida, como el principal productor del mundo, actitud en la que podría estar afectándolo su judeofobia, ya que ve en Trump un muy importante respaldo a Israel, como lo dijo en entrevista con ocasión de la Cumbre de las Américas del 2022, mucho antes de la guerra actual con Gaza e Irán. Lo que podría estar ayudándolo es que Chile difícilmente es relevante en el día de hoy, situación que va a durar hasta el día que alguien le cuente a Trump.

Mientras tanto hay países llamando a la Casa Blanca, y probablemente fue la muy preocupante información que no había mayor interés en los Bonos del Tesoro estadounidense, refugio habitual en tiempos de turbulencia, lo que precipitó la decisión de anunciar la presente pausa de 90 días en los aranceles recíprocos. Que se haya hecho con todas las naciones, menos China, muestra que no es guerra todavía, y si lo fuere es cese del fuego, y China podría seguir quedando afuera, no solo por ser la principal fuente de los problemas de EEUU, sino también porque se sintió lo suficientemente fuerte como para escalar. El secretario del Tesoro anunció que las primeras negociaciones arancelarias serán con Vietnam y Japón, y trascendió que las negociaciones con Canadá inmediatamente después de las elecciones que se llevan a cabo este 28 de abril.

El 2 de abril fueron pocos los países que quedaron excluidos del alza de aranceles, entre ellos Rusia, Cuba, Corea del Norte y Bielorrusia, con la poco convincente explicación que la razón fue porque ya están sujetos a sanciones y no se quería caer “en la redundancia”. Entre quienes fueron sorprendidos estuvo Israel, y Netanyahu fue nuevamente invitado a hablar del tema con Trump en la Casa Blanca, porque de Gaza e Irán ya habían hablado hace poco, aunque el israelí regresó sin obtener una pretendida rebaja del 17% al 10%, y ahora, según lo trascendido están leyendo The Art of The Deal, hoy lectura obligatoria para dirigentes gubernamentales de todo el mundo, no porque sea particularmente bueno, sino porque es imprescindible para entender a Trump.

Las bolsas de valores están reaccionando ante un cambio gigantesco, pero es de suponer que al final se adaptarán (EFE/Justin Lane)

En lo personal, un último consejo, ya que quienes quieran negociar, les convendría abandonar toda superioridad moral, que solo puede perjudicar a sus países como también a Trump, descalificar sin sentido. La verdad es que nadie debiera ignorar que EEUU sigue siendo la principal superpotencia del mundo, independientemente de quien la encabece, o al menos, la única que hoy busca un cese del fuego en Ucrania o la paz en el Medio Oriente, por inalcanzables que parezcan ambos objetivos, por lo que sigue siendo potencia imprescindible, o en términos más acotados, en lo económico nadie puede darse el gusto de quedar afuera de ese mercado, igualmente importante también en la búsqueda de financiamiento o de inversiones.

Puede fracasar Trump, pero su intento tiene la potencialidad para ofrecer la mayor transformación que en décadas se ha intentado en lo económico, un mundo donde las cartas se están(re) barajando y donde los dados se han lanzado al aire, a nadie le conviene quedar afuera, una vez que se haga claridad en cómo han quedado al caer, sobre todo, para quienes creen tener ventajas comparativas. Seguramente, por ahora, todo parece caótico, y no deben ser muchos los que estén convencidos de entender lo ocurrido, ya que muchos analistas económicos, incluso aquellos que son considerados una especie de “gurús”, ignoran o no prestan mayor atención a consideraciones geopolíticas, que debieran incorporarse a cualquier entendimiento, sobre todo, la confrontación que marcará este siglo XXI, la de China versus EEUU, con Beijing intentando repetir lo que EEUU le hiciera a GB el siglo XX.

En todo caso, lo de los aranceles no es una historia de buenos y malos. No es solo para apuntar con el dedo, sino para entender lo que está pasando, en algo que también es una historia de vanidades, donde al final muchos pueden salir si no chamuscados, al menos manchados. Las bolsas de valores están reaccionando ante un cambio gigantesco, pero es de suponer que al final se adaptarán, al igual que el resto de los actores económicos. La inmensa mayoría de las opiniones son negativas y pronostican calamidades, pero ¿qué pasa si Trump logra que muchas empresas inviertan en EEUU aprovechando las nuevas condiciones? o si a pesar de todo, ¿qué ocurre si se logra que lo que ingresa por el aumento de aranceles permite rebajar impuestos, sin imprimir billetes?

No solo esas, sino que también hay otras preguntas para las cuales no tenemos respuestas adecuadas, como, por ejemplo, qué pasa si hay recesión o si los consumidores de EEUU no encuentran alternativas a los bajos precios que ofrece China, o que produce más volatilidad en los mercados, si los aranceles o no entender hacia dónde va Trump. No olvidemos que cambia mucho de opinión, solo que ahora le va a costar más que ninguna otra vez, ya que seguramente cree que ahora entra a la historia, aunque estoy convencido que, en su caso, la decisión se va a clarificar el día que haya suma y resta de lo que pierde y lo que gana la economía de EEUU, por la sencilla razón que Trump ha demostrado que lo que más odia es al fracaso, y el odio a veces puede ser una emoción aún más fuerte que el amor a una decisión ya tomada.

*Máster y PhD en Ciencia Politica (U. de Essex), Licenciado en Derecho (U. de Barcelona), Abogado (U. de Chile), excandidato presidencial, Chile (2013)