El gran mito socialista de Suecia

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Por Edgar Orellana Cordero.-

No hay porque creer en el gran mito de Suecia como algún tipo de experimento socialista de éxito. Los suecos generalmente se creen este mito y mucha gente en todo el mundo también se lo cree. La gente frecuentemente comenta lo maravilloso que es Suecia y cuenta historias de cómo todo es supuestamente “gratis”. Siempre me pregunto de qué están hablando y qué les dio esas ideas absurdas que parecen considerar ciertas.

Después de un periodo de “extremo” libre comercio en la segunda mitad del siglo XIX, se creó y expandió grandemente el estado de bienestar. No tomar parte en ninguna de las guerras mundiales indudablemente ayudó y promover el estado del bienestar era sencillo en la década de 1960: había mucha riqueza alrededor que expropiar e “invertir” en grandes sistemas de ingeniería social.

Sin embargo la saga acabó en la década de 1970, pero parece que no el mito. La crisis internacional del petróleo llevó al gobierno sueco al keynesianismo puro y en consecuencia la divisa se devaluó frecuente y extensivamente durante una década. Los siguientes “felices 80”no ofrecieron ninguna solución al quebrado estado nación, que implosionó financieramente a principios de la década de 1990 a medida que los mercados internacionales se recuperaban de la borrachera de un auge inmobiliario. Es entonces cuando el gobierno se vio obligado, en términos económicos, a recortar el gasto e imponer límites a los beneficios ofrecidos a través de la multitud de sistemas de bienestar.

Hay otra verdad sobre la economía sueca, descubierta recientemente. Hay pruebas de que Suecia, no experimento ningún crecimiento económico real durante más de medio siglo. En un artículo publicado en la revista Ekonomisk Debatt in 2009, los economistas del Ratio Institute Bjuggren y Johansson demostraron la triste verdad. Basándose en datos de la agencia pública sueca de estadística “SCB” y utilizando un nuevo sistema de clasificación para indicar la propiedad, descubrieron que no ha habido ninguna creación de empleo en absoluto en todo el sector privado de 1950 a 2005.

En otras palabras, empezando cinco años después del fin de la Segunda Guerra Mundial, la economía sueca estuvo completamente paralizada. Mientras que el sector privado ha ofrecido una creación de empleo neta de cero, el sector público ha sido testigo de un crecimiento monstruoso durante este periodo.

Los creyentes en el mito sueco podrían querer atacar el sistema de clasificación utilizado por Bjuggren y Johansson, pero éste  se basa en un estándar internacional que simplemente ofrece una mejor visión de los sectores público y privado al identificar al tenedor de la propiedad en lugar del tipo de gestión o estado oficial. En otras palabras, las clasificaciones empleadas por estos economistas muestran los efectos del gobierno corporativo al identificar qué empresas son propiedad del gobierno y por tanto consideradas, como empresas propiedad del gobierno, como parte del sector público. Este dato tiene en cuenta a los autoempleados, así como la propiedad extranjera, categorizando ambas como “privadas”.

El relativo éxito sueco en sobrevivir a la crisis financiera reciente no tiene nada que ver con promover el gobierno, aumentar los beneficios del bienestar o nacionalizar el sector privado. Es un resultado directo de un programa resuelto y políticamente doloroso durante un periodo de más de 15 años para ordenar el lío de casi un siglo de políticas socialistas que confiscaron la propiedad privada y endeudaron al país para ayudas sociales; que estuvieron cerca de quebrar a la milenaria nación.

Desde entonces, el gobierno sueco (independientemente del partido gobernante) ha mantenido constantemente presupuestos equilibrados y ha estado pagando la  deuda nacional que llegó a niveles un poco mayores a los que actualmente tiene El Salvador donde continuamos aprobando presupuestos sin equilibrio y aumentando la deuda nacional sin control ni compromiso fiscal, gracias al FMLN.