WASHINGTON — Una de las primeras mujeres en ingresar a la Infantería del Cuerpo de Marines será dada de baja del servicio después de admitir que tuvo una relación íntima con un subordinado —otro marine con el que al final contrajo matrimonio—.
Por sí solas, las acusaciones legales en contra de la cabo Remedios Cruz, de 26 años, no son poco comunes en las investigaciones militares a soldados estadounidenses. Sin embargo, resaltan los problemas que ha tenido la Infantería del Cuerpo de Marines para integrar mujeres en trabajos que antes de 2015 solo estaban disponibles para los hombres.
“Los errores más graves que he cometido en la infantería se debieron a mis relaciones personales”, comentó Cruz en una entrevista. “En verdad quiero dejar eso atrás”.
Como parte de un acuerdo para evitar un juicio, Cruz se declaró culpable de fraternización en julio y decidió dejar atrás la Infantería del Cuerpo de Marines. Está esperando la separación final de los marines.
En enero de 2017, Cruz fue una de las tres mujeres que se unieron al Primer Batallón, Octavo Regimiento de los marines. Se le acusó de tres cargos —fraternización, adulterio y complicidad en un hurto— en investigaciones separadas que hubieran sido enviadas a una corte marcial en junio.
El oficial que supervisó una audiencia previa al juicio no encontró causa probable en los cargos de adulterio y complicidad hurto, y recomendó que Cruz recibiera un castigo administrativo por fraternizar con un hombre con el que se había casado antes de ser acusada.
No obstante, el comandante de su batallón, el teniente coronel Anthony C. Johnston, recomendó que los tres cargos se llevaran a juicio, lo cual le dio la opción de ir a un tribunal y arriesgarse a ser condenada o a admitir la fraternización como parte de un convenio declaratorio más amplio.
Mike Berry, un abogado mediador reservista del Cuerpo de Marines, mencionó que era extraño que un comandante recomendara una corte marcial después de que una audiencia previa a un juicio ya hubiera concluido que no había causa probable por cargos múltiples.
A lo largo de los años, las políticas de fraternización en el Ejército estadounidense han cambiado, pero en general prohíben las relaciones “excesivamente familiares” entre miembros del servicio con distintos rangos.
Después de declararse culpable por el cargo de fraternización, Cruz fue reducida de rango de sargento a cabo y se le restringió el acceso a la base. También podría dejar la Infantería del Cuerpo de Marines con una baja no honorable, es decir que podría perder todos los beneficios que gestiona el Departamento de Asuntos de los Veteranos y poner en riesgo un empleo futuro en el sector civil.
El abogado de Cruz, el capitán Jacob R. Johnston, señaló que el general al mando de la Segunda División de Marines decidirá si Cruz recibe una baja honorable. Su separación de la Infantería del Cuerpo de Marines aún sigue en proceso, mencionó el mayor Robert E. Shuford, un portavoz de la Segunda Fuerza Expedicionaria de Marines.
“Sin importar el resultado de este caso, la cabo Cruz ha sido una pionera valiente para las mujeres en el Ejército y se ha ganado un lugar en la historia del Cuerpo de Marines”, declaró Johnston en un comunicado.
De los cerca de 184.000 marines en servicio activo, alrededor de 15.800 son mujeres. En julio, había veinticuatro mujeres en servicio en los acantonamientos de infantería del Cuerpo de Marines, según documentos militares que obtuvo The New York Times.
El Ejército, con cerca de 740 mujeres activas en papeles de combate que antes tenían restringidos, se ha topado con sus propios problemas en la integración de las mujeres a los trabajos. La semana pasada, Army Times informó sobre la investigación de una relación entre un alto suboficial y una joven soldado de infantería en la misma unidad.
Cruz, originaria de Fleischmanns, Nueva York, se unió a los marines en 2013 como encargada de abastecimiento y terminó el entrenamiento de infantería en 2014. Dos años después, solicitó ser transferida a una unidad de infantería después de que el entonces secretario de Defensa, Ash Carter, ordenara que se permitiera a las mujeres participar en todos los papeles de combate que antes tenían restringidos. El Cuerpo de Marines se opuso al cambio con vehemencia.
“Pude probar qué se siente entrenar para combatir”, comentó Cruz. “Y sentí que, si iba a decir que servía a mi país, solo quería hacer eso, pero no desde la distancia”.
En enero de 2017, días después de que llegó al batallón, la ascendieron a sargento —un rango que, al ser una marine de un pelotón de infantería, tal vez le podía garantizar ser considerada para un cargo de liderazgo—.
Cruz mencionó que comenzó una relación con un marine de un rango menor dentro de su unidad y se casó con él poco tiempo antes de que el batallón se desplegara a Japón en agosto de 2017. No fue hasta que estuvo en el extranjero cuando los altos comandantes se percataron de su relación y abrieron una investigación.
Con el tiempo, el oficial encargado de la investigación encontró que se justificaba una acción “administrativa o disciplinaria apropiada”, y le dejó a la cadena de mando determinar un castigo.
Berry, el abogado del Cuerpo de Marines, señaló que las cortes marciales suelen darse por enteradas de la fraternización dentro de las filas, pero es rara la ocasión en que la castigan.
El comandante del batallón de Cruz en ese momento, el teniente coronel Reginald McClam, buscó castigarla por haber creado un “ambiente que comprometía su reputación profesional y, al final, el buen orden y la disciplina de la unidad”, escribió en la recomendación a la que llegó después de la investigación inicial.
El oficial al mando del Cuarto Regimiento de Marines y el general al mando de la Tercera División de Marines —dos altos oficiales con rangos superiores a McClam al momento en que su batallón estuvo desplegado en Okinawa— recomendaron que no se tomara ninguna acción disciplinaria.
A pesar de las directrices del Pentágono sobre las mujeres que realizan papeles de combate antes restringidos para ella, en su carta McClam escribió que “es necesaria la guía específica sobre las normas de conducta que gobiernan los batallones integrados de infantería, ya que, en retrospectiva, tal vez se dieron por sentadas”.
El coronel Kevin A. Norton, en aquel entonces el oficial al mando del Cuarto Regimiento de Infantería, sugirió que Cruz acudiera a orientación en vez de a una corte marcial.
En su propia recomendación, Norton escribió que, desde un “punto de vista institucional, no preparamos a la sargento Cruz para el éxito”, y afirmó que la fraternización era el resultado de que “la cadena de mando del batallón había brindado un conocimiento y una guía inadecuados para los jóvenes marines”.
c.2018 New York Times News Service