La inmunoterapia representa un enfoque esperanzador en el tratamiento del cáncer: sin los efectos secundarios de la quimioterapia, ofrece además una alternativa cuando los caminos tradicionales no funcionan. Sin embargo, dado lo novedoso del procedimiento, todavía se trata de entender a fondo su impacto en la salud. Y en esos estudios surgió un dato inquietante: en algunos casos, en lugar de combatir los tumores, hizo que crecieran a toda velocidad.
Según el artículo publicado en la revista académica Clinical Cancer Research, ocho pacientes entre 155 observados declinaron rápidamente: las células malignas se multiplicaron entre el 53% y el 258%, y la inmunoterapia, en lugar de hacer que el sistema inmunológico del paciente atacara el cáncer, fracasó en dos meses.
“Aquí se da un fenómeno que parece ser verdadero”, dijo Shumei Kato, médico de la Universidad de California en San Diego y autor principal del estudio. “Creo que no podemos tratar con esta terapia a los pacientes al azar”, agregó en diálogo con la publicación médica Stat.
“Nos alientan los buenos resultados y tratamos para conseguirlos otra vez, pero desafortunadamente no es siempre el caso”, comentó en referencia a un paciente de 73 años que en seis semanas de atezolizumab, una droga de inmunoterapia aprobada contra el cáncer de vejiga, debió dejar el tratamiento por el crecimiento colosal del tumor. Murió dos meses más tarde. “Fue muy, muy duro”, recordó.
El artículo de Kato concluyó: “Se necesita con urgencia más investigación”.
El fenómeno que observaron Kato y sus colegas se dio en pacientes que compartían ciertas características genéticas: alteraciones de ciertos genes. Es decir que una manera de prever si la inmunoterapia puede poner en riesgo a un paciente es hacer un estudio genético del tumor.
La relación entre la inmunoterapia y la hiperprogresión —como se llama el problema— del cáncer ya se había advertido. Un trabajo del Instituto Gustave Roussy de Francia hizo sonar la alarma por primera vez en 2016.
En esa investigación, el 9% de los pacientes sufrió el crecimiento excesivo de los tumores luego de recibir inmunoterapia. “El autor principal de ese estudio, Stéphane Champiat, reconoció que hasta ahora la investigación presenta más preguntas que respuestas”, citó Stat. “Sugirió factores que podrían estar asociados con el efecto entre los pacientes de su estudio, por ejemplo, aquellos de más de 65 años mostraron una tasa de hiperprogresión del doble que los más jóvenes”.
Otros de los campos que quedan por explorar son los efectos secundarios de la inmunoterapia, que si bien son menores que los de la quimioterapia, pueden ser graves: diabetes y daño a órganos vitales como el colon, el hígado o los riñones.