#Shithole

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Por Payín Imendia

He visto cómo se han desgarrado las vestiduras mucha gente porque el “chele peluemáiz” (apodo que usó Salarrué en sus “Cuentos de Cipote”). Para que no se encachimben los Trumpianos, nos tildó de “shithole”.

‘Ombe, eso depende del contexto en que un gringo lo diga.

Hace unos años estaba yo hospedado en el hostal de mochileros “Ximena´s”, en la Colonia Centro América hablando con unas mamayitas gringas, recién graduadas de college, muy bonitas, cultas y campechanas. Y me decían que les gustaba mucho El Salvador, pero que el centro de San Salvador era un “really a shithole”. Yo estuve de acuerdo porque era el calificativo más adecuado para definirlo.

Pero también porque ya sabía que “shithole” no solo, literalmente significa “cagadero” o “letrina” o “culo”, sino que también significa un lugar desagradable, sucio, desordenado, tocho (del salvadoreño, “tochomierda”), maloliente, insoportable para vivir.

Miren cómo lo define el Diccionario de Oxford:

“SHITHOLE: An extremely dirty, shabby, or otherwise unpleasant place. O sea, “Un lugar extremadamente sucio, descuidado o desagradable”

Cuando estaba en la universidad gringa de ASU, estuve en una “fraternity”, que es un lugar controversial porque se supone que allí van solo los que pueden pagarla y a hacer una jodarria de su vida universitaria. Para mí no solo fue eso, fue muy positivo. Pero esto es tema para otro día. Allí a cada rato se usaba esa expresión: “No hay que dejar que nuestra fraternidad sea un “shithole”, y no era algo despectivo sino cultural. Igual era con la palabra “dump” que significa “basurero” y se usa mucho en intercambio con “shithole”

En El Salvador, tenemos muchos lugares que son una “pocilga”, que viene siendo un término intercambiable con “shithole” o “dump”. También puede significar “cucarachero”. “La pensión el Oso es un shithole”, “La terminal de buses de Oriente es un dump”, todo eso, para mí es válido.

Ahora bien, cuando he vivido y viajado por Centro América, Panamá y Colombia en los últimos años, estos dos diálogos ha sido muy comunes:

1)
–¿Ah, usted es salvadoreño?
–Si.
–¡Hay pobrecito su país!, con todos esos maras asesinos, ha de ser muy difícil vivir allí.

2)
–¿Usted es de El Salvador?
–Sí.
–¿Ustedes tienen un gobierno como el de Venezuela, verdad?
–Bueno, tenemos un gobierno de ex-guerrilleros que apoyan a Venezuela
— ¿Pero, ya están tan mal como Venezuela?
–Todavía no.

Entonces viene ahora el tal Trump y nos incluye a nosotros dentro de unos países que son lugares con ciertos niveles de desorden, relajo, retroceso, corrupción, descalabro de sus instituciones, mareros, cultura de tugurio, y muchos se sienten molestos y apelan a un nacionalismo medio atolondrado.

Cuando los gringos eligieron a Trump, ya todos sabíamos que en el fondo lo eligieron también porque nos les cuadraba el crecimiento anti-gringo que venía subiendo como la espuma en Latinoamérica bajo la colcha roja del “narco socialismo cubano”. Pero ahí siguió la ex guerrilla, despotricando contra el imperialismo yanqui y echando sus polvitos ideológicos con la dictadura venezolana, y abiertamente recibiendo directrices de los castro cubanos a través el G2 cubano o en viajes constantes a la isla.

Para Obama nosotros éramos un país “okey”, para Trump, somos un país “shithole.

Obama nos pelaba las “jachas” amigablemente pero fue incapaz de resolvernos el problema migratorio y solo se le fue el turrón en promesas; fue el presidente que más inmigrantes ilegales ha expulsado y se daba besitos con los dictadores Castros y Chávez.

Ahora, los que le tienen “tirria” al “redneck billonario”, le reclaman su falta de educación, vulgaridad, y pasado de la raya, porque nos ha insultado.

Comprendo a todos aquellos salvadoreños que han escupido indignación por ser muy patriotas. Comprendo a todos aquellos que están azuzando a ese sentimiento nacionalista de los salvadoreños, no porque les interese el insulto sino porque tienen obsesión de sacar a Trump de la guayaba y cualquier cosa que sea en contra de él es buena.

El sentirse ofendidos a ultranza por este epíteto es como aceptar que el líder de los Bukelianos haya convertido al centro de San Salvador en un lugar de primer mundo, solo porque pintó de turquesa la letrina capitalina.

(Bienvenida la controversia)

 

Tomado de LaGaceta503.com

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