Un estudio de la Universidad de Edimburgo detectó un síntoma que estaría vinculado con las etapas iniciales de la enfermedad neurodegenerativa, que afecta la memoria de más de 33 millones de personas en el mundo.
Un estudio de la Universidad de Edimburgo reveló una relación directa con perderse y un eventual diagnóstico del Alzheimer. A su vez, identificó que la desorientación podría ser el primer signo propio de la enfermedad neurodegenerativa.
El proyecto de la universidad, llamado Prevent (Prevenir), busca detectar síntomas del más común tipo de demencia. En general, la enfermedad no expone síntomas hasta los 60 años, cuando ya habría causado daños significativos al cerebro.
Financiado por el Alzheimer’s Society (Sociedad de Alzheimer), el estudio comparó el comportamiento de un grupo de pacientes de entre 41 y 59 años considerados de “alto riesgo”, o genéticamente propensos al devenir de la enfermedad, con otro grupo sin antecedentes del mal en su familia.
En un documento que será publicado en el periódico Alzheimer’s and Dementia, los investigadores argumentaron que el grupo con una alta tendencia de ser afectados obtenían consistentemente peores resultados en exámenes que medían la habilidad de visualizar su posición.
“El mal de Alzheimer es considerado una enfermedad de la memoria, pero ahora deducimos de nuestros primeros trabajos que la dificultad que la gente está realmente teniendo, por lo menos al principio, no tiene que ver con la disminución de los recuerdos, sino con la capacidad declinante de visualizar la ubicación de objetos o de ellos mismos”, explicó Karen Ritchie, uno de los investigadores. “Están perdiendo su capacidad de navegar”, agregó.
Además, los pacientes de este grupo también tendían a tener un hipocampo más pequeño, la región del cerebro encargada de la navegación.
Una voluntaria del examen perteneciente al grupo no controlado, Cate Latto, opinó que, en retrospectiva, los resultados del estudio tienen sentido.
“Mi madre desarrolló la enfermedad tarde en su vida, pero aún cuando era relativamente joven, nunca podía recordar dónde ponía las llaves o dónde había dejado su coche. Cuando éramos niños, pasábamos nuestras vidas recorriendo estacionamientos para encontrar dónde lo había dejado”, recordó.
El descubrimiento tiene importantes implicaciones dado que, aunque no exista una cura para el Alzheimer hasta el momento, los medicamentos que se utilizan para tratar la enfermedad podrían tener mejores resultados si son utilizados desde la etapa inicial de la afección.
Además, está comprobado que una persona afectada puede reducir el impacto de la enfermedad haciendo ejercicio, comiendo saludablemente y dejando de fumar. “Hay cambios en el estilo de vida que pueden ayudar a reducir el riesgo de la enfermedad”, indicó Ritchie.
Con el descubrimiento de una manera de detectar la presencia de la enfermedad antes de los 60 años, sus víctimas podrán prevenir su desarrollo con mayor eficacia implementando dichos cambios desde una temprana edad.