Programa federal reúne a familia salvadoreña en Austin, Texas

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Dani Rodríguez dejó El Salvador cuando sus hijas tenían 2 y 4 años de edad. Catorce años después, Rodríguez logró reunirse con ellas gracias al Programa de Procesamiento de Refugiados/Permisos para Niños Menores en Centroamérica (CAM por sus siglas en inglés).

La solicitud de Rodríguez tomó un año, antes de que sus hijas llegaran a Estados Unidos. Rodríguez dice sentirse feliz pero también preocupado de acuerdo a declaraciones vertidas al programa Texas Standard, de la radio pública de Austin, KUT.

Claudia Carrete, del servicio de refugiados de Texas y administradora del programa CAM en la capital del estado, dijo que “muchos niños reciben estatus de refugiados” gracias al programa.

El CAM ayuda a los padres inmigrantes que cuenten con una residencia permanente, un Estatus de Protección Temporal (TPS), un estatus de parole, que sean beneficiarios de programas de acción diferida o que tengan una retención de deportación, entre otros.

En el caso de los hijos, el CAM les puede otorgar un estatus migratorio como refugiados, si es que califican, o un permiso de permanencia temporal o parole. La diferencia entre estos es que el primero se da a los jóvenes que puedan comprobar que son víctimas de persecución o que sus vidas corren riesgo en su país de origen, y les permite eventualmente optar por la residencia permanente, después de un año de vivir en el país. Esas ventajas no las proporciona el segundo estatus, según datos del Servicio de Ciudadanía e Inmigración de los Estados Unidos (USCIS).

El programa CAM se inició en diciembre de 2014 como respuesta a la oleada sin precedentes de inmigrantes que se registró en la frontera sur del país ese año. Entre octubre de 2013 y septiembre de 2014, al menos 68,445 mujeres y sus hijos, así como niños no acompañados, fueron capturados tratando de ingresar ilegalmente a Estados Unidos, lo que significó un incremento del 361% en relación al año anterior, según datos de la Patrulla Fronteriza.

Las hijas de Rodríguez, Reina, de 18 años, y Hazel, de 16, dijeron que estaban tristes porque su papá, por irse a trabajar a los Estados Unidos, se perdió toda su adolescencia. “Vas a pagar por habernos dejado”, le dijo Reina, a manera de reproche.

Rodríguez dijo que a pesar de sus dudas, logró reunirse con sus hijas, ahora solo le queda esperar que la madre de ellas ingrese a Estados Unidos, ya que el CAM también beneficia a los padres de los niños beneficiarios.