Donald Trump no quiere gente de “países de mierda” en Estados Unidos. Así lo expresó el presidente este jueves durante una reunión para renegociar el programa que concede residencia legal a inmigrantes de Haití, El Salvador y países africanos, según fuentes citadas por The Washington Post.
La conversación tuvo lugar en el Despacho Oval, y según las fuentes citadas, los asistentes —congresistas y senadores— quedaron estupefactos por los comentarios despectivos del presidente. La conversación se produjo en el marco de las negociaciones sobre otro programa migratorio, DACA, que concede las mismas protecciones a 800.000 inmigrantes que llegaron a EE UU como menores, de la mano de sus padres. Según The New York Times, cuando Trump escuchó que en la propuesta los legisladores querían reinstarurar las protecciones para los haitianos, el presidente dijo: “¿Por qué queremos a gente de Haití aquí?”.
En un comunicado al Times, Raj Shah, un portavoz de la Casa Blanca, no desmintió los comentarios de Trump y afirmó: “Mientras algunos políticos de Washington eligen pelear por otros países, el presidente siempre peleará por el pueblo americano. Al igual que otros países tienen sistemas de inmigración basados en un sistema meritocrático, el presidente Trump quiere luchar por soluciones permanentes que hagan a nuestro país más fuerte, recibiendo a quienes puedan contribuir a nuestra sociedad”.
Un análisis reciente de la ONG International Crisis Group sostiene que El Salvador está incapacitado de recibir a sus 200.000 ciudadanos residentes en EE UU. Haití, acechado por el crimen y los desastres naturales se encuentran en una fragilidad institucional similar.
Esta no es la primera vez que el presidente de los Estados se refiere despectivamente de países como El Salvador. En junio recién pasado habría dicho “todos tienen sida” dijo en esa ocasión.
Sobre 40.000 nigerianos, el republicano pidió: “Que vuelvan a sus cabañas en África”. Trump se alzó al poder utilizando una dura retórica antiinmigrante que, más allá de estos comentarios, se ha traducido en un incremento del 40% en las deportaciones, la promesa de construir un muro con la frontera sur y un veto migratorio contra países musulmanes y refugiados.
En 2017, el presidente también retiró el TPS para 5.300 nicaragüenses y unos 1.000 sudaneses, cuyo país vive todavía una situación de inestabilidad. Y está considerando hacer lo mismo con 86.000 hondureños. En el punto de mira de la Administración están miles de ciudadanos de Sudán del Sur, Yemen, Nepal, Somalia y Siria.