Opinión. Hospital Rosales o edificio de la Asamblea Legislativa

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Por Mauricio Eduardo Colorado,.  Nuestro querido El Salvador, no por pequeño deja de tener conflictos e intereses de gran envergadura, que a la larga plantean grandes decisiones que llaman la atención de propios y extraños, al grado que mandatarios de poderosas naciones nos han llamado “agujeros de m…” Con la instalación de la nueva Asamblea Legislativa han salido a relucir algunos problemas “de siempre”, pero que permanecen ocultos durante el período normal del ejercicio del término de los tres años que dura el período ordinario de cada asamblea.

Es así como salió a relucir lo de las plazas “fantasmas” nombradas por el presidente saliente de dicha asamblea, tema delicado que debería esclarecerse y –de ser verdad- debería sancionarse en la medida que fuere aplicable una sanción.

También ha resaltado el hecho de que por primera vez integra la asamblea un solitario diputado independiente, es decir que no pertenece a ningún partido político, y por lo cual no existe experiencia alguna. Tal circunstancia produjo que a casi quince días de instalada la Asamblea, aún no se le haya adjudicado una oficina en el recinto legislativo. Igual acontece con otro diputado que es único de un partido minoritario.

A manera de cierto exhibicionismo –a nuestro modo de ver, barato- tales funcionarios han instalado su despacho en la vía pública, es decir en la calle, haciendo una propaganda mayúscula a la desorganización del llamado primer órgano del estado, que lejos de velar por esos detalles “insignificantes” se ha concentrado en los detalles que significan los sectores de los grandes gastos, tales como viajes, vehículos, números de directivos, y facultades para conceder plazas y suprimir otras.

Entre estos temas ha salido a la luz, nuevamente, ratificar el préstamo de tantos millones de dólares para la reconstrucción del edificio administrativo de la Asamblea, que resultó dañado con los últimos terremotos ocurridos en la década pasada.

No somos especialistas ni técnicos en la materia para determinar la profundidad de los daños en el edificio ni la urgencia en su reconstrucción, pero si nos llama poderosamente la atención, que sea en este momento que alguien señale las deficiencias que tiene el Hospital Nacional Rosales, en donde la población enferma de nuestro país sufre las inclemencias de la falta de atención y medicinas básicas, sin que las supremas autoridades busquen soluciones al problema, independientemente de los problemas que tenga la Asamblea Legislativa para reconstruir o no, su edificio Administrativo.

Lo cierto que la salud pública de un país no se puede condicionar a que otro órgano del estado apruebe o ratifique un préstamo para edificar o no una construcción. Es indudable que este año, pre electoral por cierto, tendrá muchos altibajos en casos estereotipados en función de la propaganda necesaria para inducir al votante en tal o cual sentido para arrebatar el ejecutivo para el próximo quinquenio.

Pero lo que es a quien estas palabras escribe, me parece un crimen y una inmoralidad, condicionar la salud de un pueblo a motivaciones políticas. El problema de dar un eficiente servicio de salud en el hospital Rosales es totalmente independiente de lo que los otros órganos del estado hagan con su presupuesto, lo que no significa que estén autorizados al despilfarro y el abuso. Ya lo hemos dicho antes: Es necesario elaborar una lista de prioridades y darle vigencia en un acuerdo multipartidario que supere los interese egoístas de poder. Por lo menos deberíamos hacer un intento. La Nicaragua actual nos muestra a lo que llega cuando la voluntad única se impone y no acepta razonar. Dios Salve a El Salvador.