No son cuatro personas, señor Presidente…

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Por Mauricio Eduardo Colorado.- Hemos escuchado su discurso del primero de mayo, señor Presidente, el cual ha sido calificado de incendiario por algunos sectores que lo han comentado. En realidad Ud. tiene derecho a dirigirse, como cualquier ciudadano, al pueblo en los términos que mejor le parezcan, para expresarle sus ideas y pensamientos.
Es su derecho y quizás su obligación como mandatario; sin embargo, su condición de Presidente de la República, le impone una responsabilidad más grave de lo que cualquier ciudadano lleva.
El cargo que Ud. ostenta es de una categoría tal, que le impone normas de gran respeto al pueblo que lo eligió como su máximo líder político. Su persona representa al Gobierno de El Salvador y ese hecho significa que se le debe respetar, nos guste o no, como dijo un cuestionable personaje recientemente.
Del mismo modo, cuando usted se ha referido a los cuatro magistrados de la Sala de lo Constitucional, diciendo que no es posible que cuatro personas tengan sometido a todo un pueblo para ….bla ,bla, bla…, usted no debe olvidar que esas cuatro personas no son solo cuatro ciudadanos, sino que son la Sala de lo Constitucional, legalmente instituidos, es decir, con todas las formalidades de ley. Dicho de otra forma, si desconocemos que los ciudadanos investidos de cualquier cargo público conllevan su categoría de funcionario, usted mismo podría ser tratado de la misma manera y eso es inaceptable, nos guste o no.
De ahí que no debemos confundir a esas cuatro personas individualmente, con la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, ya que es el único y máximo tribunal encargado de interpretar la Constitución, porque de hacerlo demostraríamos deficiente capacidad o conocimiento para mezclar las habilidades para gobernar.
Ahora bien, si su discurso era dirigido únicamente como una declaración populista, poco o nada seria, quienes le elaboraron el discurso deberían ser más cuidadosos y buscar otras fórmulas para expresar esos conceptos de una forma más realista y menos conflictiva y comprometedora con la autoridad presidencial, de manera que no lo comprometa ni lo coloque como desconocedor de los elementos políticos básicos de un gobernante moderno. Es importante que estemos en presencia de un gobierno de derecho que ha jurado cumplir con las leyes. Y quien gobierna debería dar el ejemplo.