Por César Vásquez Becker- (El Periódico de Guatemala 04042020- ) No es la primera vez que la humanidad es golpeada por una plaga letal. En el año 430 a.C, durante la Guerra del Peloponeso, que enfrentó a atenienses y espartanos, se produjo una terrible peste que asoló la ciudad de Atenas, cuyo ejército y habitantes se encontraban allí amurallados, permitiendo el confinamiento de la multitud la veloz propagación de la peste y una gran mortalidad. El famoso historiador griego Tucídides es autor de “Historia de la Guerra del Peloponeso”. En ese libro describe todo el horror de la peste llamada La Peste de Atenas, porque se contagió y sufrió en carne propia los síntomas de la enfermedad, los dolores y angustia que ocasionaba frente a una muerte inevitable. Pero Tucídides sobrevivió y pudo narrar con maestría el espanto de los infectados y su atroz final en la ciudad diezmada por la epidemia. Con esa peste terminó la hegemonía de Atenas en la Hélade y su época de oro al mando de Pericles quién, junto a sus hijos, murió a consecuencia de la enfermedad. En 1348 invadió Italia la devastadora peste negra descrita por Giovanni Boccaccio en Il Decamerone. Todos recordamos esos jóvenes, tres mujeres y siete hombres, que huyeron despavoridos de Florencia infectada y, reunidos en una casa de campo, entre el placer y el jolgorio escribieron durante diez días cien lindos cuentos que forman parte de uno de los libros más connotados de la literatura occidental. Por el año de 1630 Italia fue foco de la peste bubónica, y fue también precisamente Lombardía el epicentro de la epidemia. El escritor Alessandro Manzoni describe esa horrible peste en su famosa novela Ipromessi sposi (Los novios). No pueden pasarse por alto las terribles pestes comentadas por escritores más modernos como Albert Camus, José Saramago y Philip Roth. Tampoco esta será la primera vez que la humanidad golpeada pero no aniquilada, seguirá con nuevos bríos hacia adelante in saecula saeculorum.