Símbolo por excelencia de París y orgullo de sus vecinos, la catedral de Notre-Dame ha sido este lunes pasto de las llamas en un aparatoso incendio que ha conmocionado al mundo y con el que han ardido parcialmente casi ocho siglos de historia.
Aunque los parisinos llegaron a renegar de ella en el siglo XVI por considerar que su estilo era anticuado, el emblemático edificio es actualmente una de las insignias del país y un icono arquitetónico y literario. Sus gárgolas, sus campanas y sus vidrieras, famosas en todo el mundo, se han convertido en un auténtico distintivo del templo y atraen anualmente a millones de visitantes, fascinados por el edificio que vio coronarse a Napoleón y acogió del literario Quasimodo.
El edificio ya sufrió un conato de incendio en el siglo XIX durante unas revueltas en la ciudad, cuando los rebeldes prendieron fuego a los bancos del interior. Sin embargo, el fuego fue controlado rápidamente y no hubo que lamentar apenas daños.
Ocho siglos de historia Construida entre 1163 y 1345 en el corazón de la Isla de la Cité y consagrada a la Virgen, Notre Dame es una de las catedrales góticas más antiguas del mundo y, con sus dos torres y su sólido aspecto, uno de los edificios más reconocibles.
El templo sufrió, como el resto de la ciudad, los estragos causados por la Revolución Francesa. Muchos de los elementos del edificio fueron destruidos y otros tantos robados y terminó por servir de almacén de alimentos. A lo largo de su historia, la catedral ha sufrido numerosas reformas y remodelaciones, la principal de ellas en el siglo XIX, cuando la época romántica hizo que los parisinos miraran con otros ojos el edificio y quisieran recuperar todo su esplendor.
En 1871, con el ascenso de la Comuna de París, la catedral volvió a ser escenario de turbulencias y fue víctima de un conato de incendio. Durante las revueltas, unos alborotadores prendieron fuego a algunos bancos y sillas, pero pudo ser contenido rápidamente y solo causó daños menores.
Durante sus casi ocho siglos de existencia, Notre-Dame ha sido testigo de algunos momentos clave de la historia de Francia y del mundo, como la coronación y consagración de Napoleón y su esposa el 2 de diciembre de 1804 y la beatificación de Juana de Arco en 1909 por el Papa Pío X. Inspiración de Victor Hugo Más allá de su innegable importancia arquitectónica, la catedral ha jugado un papel crucial en la literatura, como protagonista indiscutible de la novela de Víctor Hugo “Nuestra Señora de París”, donde se convierte no solo en escenario, sino en uno de los personajes principales.
El autor romántico ambienta entre los muros del edificio la historia de Quasimodo, jorobado y sordo, y la gitana Esmeralda. Junto con el archidiácono Claude Frollo y el capitán Febo de Chateaupers, son ya personajes eternos vivos del imaginario colectivo. Hugo narra en su novela un verdadero drama, donde los personajes expermientan encendidas pasiones, que se ha convertido en una de las obras cumbre de la literatura francesa y universal, inconcebible en un marco distinto a Notre-Dame. Tras la obra de Hugo, la catedral ha servido en multitud de ocasiones de telón de fondo de otras novelas y películas, como la adaptación al cine del libro del francés por parte de Disney, ‘El jorobado de Notre-Dame’.
Juana de Arco fue condenada a muerte por herejía el 29 de mayo de 1431 por un tribunal jurídico y eclesiástico sito en el arzobispado de Rouen. Sus faltas habían sido la insumisión al tribunal de la Iglesia, el vestir ropas masculinas y llevar cabello corto, haberse declarado enviada de Dios y visionaria y oyente de voces celestiales; pero ante todo, el haber acaudillado las tropas francesas contra los ejércitos ingleses.