Monseñor Romero a los altares católicos

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Por Mauricio Eduardo Colorado-

El 24 de marzo se cumplen 37 años de la muerte del Arzobispo de San Salvador. Sobre el violento suceso se ha escrito infinidad de palabras y cientos de artículos, así como decenas de peticiones, todas con alguna intención específica.

Las más hipócritas son aquellas que nacen en los corazones de quienes son ateos, militantes de partidos que en sus orígenes sostenían la no existencia de Dios, hasta que reflexionando para obtener ventaja política para su molino, se dan cuenta que un número significativo  de salvadoreños (votos) dentro de su sencillez, significan mucho en el quehacer político de nuestro país.

El Salvador, país hispanohablante al igual que toda Latinoamérica, fue influida por la venida de Cristóbal Colon, patrocinado en su viaje buscando una vía rápida para llegar a las  Indias Orientales, y los dominios de Catay y Cipango, encontró y conquistó estas benditas tierras, a las cuales impuso las leyes y costumbres católicas provenientes del reino Conquistador, gobernadas entonces por los llamados Reyes  Católicos, Fernando e Isabel.

La religión Católica fue inyectada de una u otra manera en la población desde entonces, y como resultado tenemos una mayoría de fieles católicos en Sur América, en contraposición con los países del norte, conquistados por los disidentes del catolicismo –los protestantes- de los países  anglosajones que ocuparon el norte.

La dirigencia católica de esa época (al igual que la moderna) han utilizado la fuerza religiosa para incursionar en la política-el poder político terrenal- para favorecer y favorecerse de prestaciones económicas materiales. Es así, como la ideología marxista originalmente atea, consigue posiciones de poder material y mundano, y manipulando hechos relevantes de la vida nacional, conquista posiciones de poder meramente terrenales.

De esa forma,se explica sin sorpresa, que partidos políticos y organizaciones políticas, manipulen hechos religiosos y personajes vinculados a temas de religión para favorecer ideologías políticas que buscan únicamente obtener o mantener el poder político.

La muerte del obispo Romero, ha sido utilizada hábilmente para buscar votos, y sostener que de alguna forma reconocerle como santo de la iglesia favorece al militante en su entrada al reino de los cielos. En lo personal tengo la convicción de que lo ideal sería que toda la humanidad tuviera una eternidad de gloria, y específicamente en el caso de monseñor logre  su ingreso.

San Pedro mismo-siempre lo he dicho- el pecador más grande al negar a Cristo,- es ahora el Santo más grande por su arrepentimiento posterior. ¿Por qué no podrá ser santo monseñor Romero? En lo que muchos católicos difieren delas posturas políticas de algunos fanáticos políticos, es en el razonamiento para llegar a la conclusión final: ¿San Pedro es santo porque negó a Cristo, o por otros motivos? Lo mismo sucede con Monseñor. Cuando lo declaren Santo, será manipulado por la izquierda promoviéndolo por sus obras materiales en beneficio de todos, o por la conveniencia de presentarlo como líder de izquierda en un abuso de los políticos, para aprovechar la figura a través  de la religión.

La pregunta final que el tema produce es ¿Qué ganan los salvadoreños con que la iglesia declare santo a Monseñor? ¿Será santo monseñor desde el momento en que la Iglesia lo declare así, o desde el momento en que murió? ¿Murió monseñor porque alguien le tenía odio a la fe, o por las actividades que políticamente desarrollaba el obispo?

Esas preguntas deberán tener una respuesta para poder analizar una condición de vida, porque la manipulación de un santo, no ha de ser el deseo del Supremo.