Mejor una paz firmada en papel de china que una tendalada de muertos

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El dirigente comunista y ex comandante guerrillero, Dagoberto Gutiérrez, asegura que el país se ha convertido en un volcán en erupción donde “la mala cabeza política” del gobierno amenaza con estallidos políticos y sociales que, según él, están a la vuelta de la esquina.

Gutiérrez, que se ha convertido en el analista favorito de algunos medios de comunicación, habló el lunes pasado sobre el fenómeno de las pandillas y el incremento de la violencia en El Salvador en los últimos meses.

Estamos de acuerdo con Dagoberto cuando se refiere a la “mala cabeza” del  gobierno, pero estamos de acuerdo porque eso es obvio; las escuelas sin maestros, los hospitales sin infraestructura, sin médicos y sin medicinas; las calles destruidas por los baches, son una muestra de ello; eso está a la vista de todos.

Basta ver cómo se disputan el poder y cómo pretenden desplazar a los magistrados de la Sala de lo Constitucional para estar de acuerdo con su afirmación.

En lo que no estamos de acuerdo es que esas causas puedan desembocar en lo que llama una guerra social que se avecina y la que según él, está a la vuelta de la esquina. No estamos de acuerdo en que se meta miedo a la población de esa manera.

Tampoco estamos de acuerdo con Gutiérrez en su aseveración de que las pandillas puedan transformarse en partidos políticos so pretexto de que para hacer negocios que tengan éxito es necesario tomar el aparato del Estado. Eso es un insulto a la inteligencia y una ofensa a quienes creemos en el sistema democrático según el cual, solo a través de un partido se puede acceder al poder político del Estado. Más que crítica, su discurso parecen frases de aliento y estímulo para los pandilleros.

Los pandilleros crecieron porque desde las postrimerías del gobierno de Saca y los inicios de la gestión de Mauricio Funes, fueron considerados “piezas” de importancia electoral, no por otra cosa.

Las pandillas crecieron y se organizaron porque Funes no les cumplió lo que les ofreció si votaban por él. Las pandillas crecieron porque los funcionarios de Funes no hablaron con la verdad. Decir que son peligrosos porque se pueden convertir en partido político es curioso y hasta absurdo a no ser que quienes así lo creen se estén viendo en el mismo espejo.

Más curioso aún, pero no absurdo, es que sea un comunista “de verdad” quien lo diga. Más parecería que es la izquierda ortodoxa y los comunistas los que se sienten amenazados por la forma en que puedan mutar las pandillas.

A partir de la experiencia histórica, como dice Dagoberto Gutiérrez, pueden preverse los acontecimientos futuros; solo que ahora el conflicto no es entre la izquierda agotada y la derecha obsoleta. Ahora la lucha es entre el Estado y los grupos delincuenciales -para quienes el delito o es un proyecto o es un comentario- , entre el estado constitucional de derecho y el absolutismo abusivo.

Asegurar que pronto habrá estallidos políticos y sociales porque la violencia y la desigualdad económica son insoportables así como afirmar que el Estado seguirá perdiendo el control de su territorio, decididamente es regresar al pasado, es pensar en la guerra.

La percepción de Gutiérrez, con cabeza política, de que, “el Estado salvadoreño no es más que una ilusión, un fantasma disgregado en aparatos con los que los funcionarios hacen fiesta también es un poco exagerada; sin embargo, no hay que olvidar que el Estado siempre fue considerado como una ficción (fictu)

El analista político justifica la situación actual y los vientos de guerra que amenazan a la nación, a la exclusión económica que según él enfrentan los pandilleros.

La percepción de que una nueva guerra social es inminente la justifica Gutiérrez en que, luego de los Acuerdos de Paz “Vino una paz de papel de china y hay no pocas personas que viven pensando que vivimos en paz, es un sueño, una fantasía”.

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