Maras se arman “para la guerra” con el mayor arsenal de su historia

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Pandilleros armados con fusiles de guerra han realizado varios vídeos de amenaza a las autoridades y población en general.

Las peligrosas maras han iniciado una nueva estrategia que ha puesto en alerta máxima a las fuerzas de Seguridad de El Salvador.

Las autoridades lanzaron desde el año pasado una ofensiva represiva-militar contra las pandillas más salvajes del continente americano y que avanzan poco a poco en el resto del mundo.

En lo que va del 2016 las incautaciones de armas de guerra efectuadas por la Policía Nacional Civil (PNC) se han disparado.

Según declaraciones del ministro de Seguridad Pública, Mauricio Ramírez Landaverde, además de las confiscaciones habituales de escopetas, pistolas y revólveres, que son usuales en los operativos contra los pandilleros, lo que más preocupa es el enorme volumen de fusiles que se han encuentrado en su poder.

Funcionarios del Gobierno admiten que se trataría del mayor arsenal de fusiles de asalto procedentes de la pasada Guerra Civil salvadoreña, en un hecho que no guarda antecedentes en la historia del país.

Se trata de armas automáticas que la legislación nacional cataloga de manera explícita como ‘armas de guerra’.

Las sospechas son que, debido al material incautado últimamente, las maras han comenzado a circular un número aún no determinado de fusiles M-16 estadounidenses y de AK-47, de fabricación soviética.

En lo que va del año, la PNC ha decomisado al menos un fusil de guerra cada tres días. El porcentaje es calamitoso y oficialmente no se han podido ocultar las cifras.

“Ahora la guerra está declarada y es mejor tener un fusil largo, porque sabés que la jura (Policía) viene a matarte”, anunció desde el anonimato un veterano ex pandillero que conoce bien lo que sucede en barrios como El Salado, dominado por la Mara 18, una de las dos más violentas, junto a la de Salvatrucha.

El presidente de la República, Salvador Sánchez Cerén, decidió cortar cualquier vía de diálogo con las maras desde el 2015. Su estrategia para erradicarlas es la represión. “Algunos dirán que estamos en una guerra, pero no queda otro camino; son criminales y así hay que tratarlos”, dijo Sánchez Cerén hace pocos meses.

Según fuentes en Seguridad Pública, en la actualidad se calcula que las maras poseen al menos el cuádruple de los 150 fusiles automáticos de guerra ya fueron incautados entre sus celulas, a lo que hay que sumar pistolas, revólveres, escopetas y miles de armas blancas.

La Fiscalía General de la República abrió una investigación tras espantoso caso conocido como ‘Masacre de Opico’, en la que la pandilla ’18-Revolucionarios de Quezaltepeque’ masacró a un grupo numeroso de trabajadores. En abril de este año, apenas una sola célula de esos pandilleros disponía de ocho M-16 y tres AK-47. Estos once fusiles fueron decomisados a un puñado de personas que se movía entre dos municipios.

Los mismos fusiles M-16 y AK-47 que hoy son disparados a mansalva por mareros violentos hace tres décadas fueron utilizados por combatientes de las cinco agrupaciones armadas que integraron el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional, el FMLN, la sigla de la que surgió el partido político que hoy está en el Poder y combate a fuego las maras. Su origen inevitable, la pasada Guerra Civil, la conexión que los ha hecho llegar a las manos de los delincuentes, muy bien ocultada por la ex guerrilla.

La tenencia de fusiles de ese origen en las pandillas parece ser una constante. Al Ministerio de la Defensa Nacional no le ha quedado otra que aceptar una dura y triste situación. “Hemos sentido que ha habido más armamentización en los últimos meses de parte de los grupos de delincuentes, y una razón es porque todavía hay mucho armamento rezagado del conflicto armado de la década de los ochenta”, ha dicho en declaraciones a periodistas su titular, el discutido general David Munguía Payés, antes pieza clave para una fallida tregua entre pandillas y gobierno y hoy uno de los mas livianos perseguidores.

Los remanentes de la guerra, en materia de armas, no fueron entregados en su totalidad a las autoridades civiles del país, un compromiso adquirido ante Naciones Unidas por las cinco organizaciones que integraban el FMLN, cuando en enero de 1992 se firmó la paz en el castillo de Chapultepec, México, explica el autor. Ahora, ese arsenal tiene un destino: los pandilleros, quienes parecen dispuestos a todo en la guerra más salvaje contra el gobierno salvadoreño que acaba de comenzar, según el libro ‘Las armas de fuego en El Salvador’, de José Miguel Cruz.

 

 

Con datos de El Informante de España.

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