Los pesticidas sí pueden estar acabando con las abejas y lo prueban estudios de sus propios fabricantes

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De alguna manera las abejas están muriendo, y cada vez hay más evidencias de que los pesticidas utilizados en el campo pueden ser uno de los causantes. Ahora, dos nuevos estudios van en esa dirección añadiendo nuevas evidencias. Uno de ellos está financiado por los propios fabricantes de los pesticidas, Bayer y Syngenta, y ha supuesto el ensayo de campo más grande y ambicioso hecho hasta la fecha.

La Unión Europea prohibió temporalmente en 2013 el uso de este tipo de pesticidas por precaución, y la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA por sus siglas en inglés) decidirá el próximo noviembre si hacen prohibición permanente. En este contexto estos dos estudios parecen dar razones para que esta prohibición se realice, aunque las empresas que han financiado uno de ellos creen ver indicios de que tampoco es para tanto.

Las abejas son esenciales para el ser humano, puesto que polinizan una gran parte de los cultivos que nos abastecen, y por eso es tan importante encontrar qué las está matando El problema es serio, y mientras algunos países buscan ideas para protegerlas, otros están estudiando cómo sustituirlas con robots capaces de hacer sus mismas labores.

Un primer estudio en tres países diferentes

El primero de los dos estudios ha sido realizado por el Centro para la Ecología y la Hidrología de Reino Unido, publicado en la revista Science, y como hemos dicho, entre quienes lo han financiado se encuentran Bayer y Syngenta. En él se ha estudiado el impacto de los pesticidas con neonicotinoides sobre tres tipos de insecto: la abeja de la miel, el abejorro común y la abeja solitaria.

El estudio ha tenido lugar en un total de 2.000 hectáreas de 33 cultivos de colza de Alemania, Hungría y Reino Unido. En ellas se han utilizado dos pesticidas neonicotinoides (NNI) prohibidos, el clothianidin y thiamethoxam. Los agricultores participantes podían utilizar ambos, sólo uno de ellos o ninguno.

Y he aquí donde apareció el primer resultado preocupante. Según el estudio, incluso en las zonas donde no se aplicó ningún químico se encontraron residuos de NNI, e incluso de un tercer componente que no se utilizó en las pruebas. Esto confirmaría que incluso después de la prohibición temporal este tipo de sustancias han permanecido en el medio ambiente.

En las abejas de la miel los efectos de la exposición a los neonicotinoides variaron dependiendo del país, aunque en general marcan una tendencia clara. De abril a junio, la exposición a ellos tuvo efectos negativos en las colonias de Hungría y Reino Unido, efectos que persistieron durante el invierno en Hungría, donde el número de abejas trabajadoras cayó en un 24%.

En el Reino Unido la población cayó entre un 67% y un 79% en el mismo periodo, e incluso en esas zonas sin pesticidas pero con residuos el declive en el número de abejas también fue alto, de un un 58% concretamente. Sin embargo en Alemania no se apreció ningún efecto negativo, y a eso se han ceñido Bayer y Syngenta para asegurar que estas sustancias pueden utilizarse de manera segura.

Sin embargo, medios como NewScientist publican que esta variación en los efectos puede deberse a otros factores como la dieta de las abejas. Y es que en Alemania estas tienen una dieta más variada, obteniendo menos polen de la colza tratada. También tenían niveles más bajos de parásitos que sus vecinas de Reino Unido y Hungría.

Un problema más serio de lo esperado

El segundo estudio, también publicado por Science, ha sido realizado por un equipo de la Universidad de York, en Toronto, Canadá. En él se probaron los efectos de la exposición al pesticidas clotianidina, de Bayer, sobre las abejas en un laboratorio.

Las abejas trabajadoras expuestas a esta tenían una vida más corta. Sus colonias además tenían más probabilidades de perder permanentemente a las reinas, y la toxicidad del pesticida se duplicaba cuando también estaba presente otros fungicidas que suelen ser comúnmente utilizado en las plantaciones.

El estudio también calculó los niveles reales de exposición a neonicotinoides en once colmenares, y hallaron un cóctel de 26 pesticidas, cuatro de ellos neonicotinoides. Descubrieron que las abejas estaban expuestas a esta sustancia durante cuatro meses, casi toda su temporada de actividad, en cantidades mucho mayores de lo que se creía, y que las obreras expuestas a ella en sus primeros nueve días de vida vivían un 23% menos que las demás.

Este segundo estudio también sugiere que cuando se aplican los neonicotinoides en los campos de maíz, esta sustancia se disemina llegando a otras plantas vecinas y contaminando los alrededores. Esto, añadido a que según el primer estudio estos químicos dejan residuos años después de dejar de aplicarse, supone un dato preocupante.

Y es que los datos parecen demostrar que da igual que nos limitemos a utilizar los pesticidas en campos que estén rodeados por otras flores más atractivas para las abejas, ya que los químicos se extienden y les afecta igualmente. Habrá que ver por lo tanto qué medidas se toman a partir de ahora, y si aparece algún estudio que contradiga estos resultados.