Por Mauricio Eduardo Colorado.
Cuando creíamos que a nuestra edad lo habíamos visto todo, aparece en el escenario político de El Salvador las declaraciones del “mediador” (¿?) de la cuestionada tregua, informando que el “movimiento” recientemente creado por él mismo, ascenderá de categoría, y se legalizará como partido político, para intervenir en las elecciones de dos mil diecinueve, para presidente y aunque no lo ha dicho expresamente, también para tener diputados en la asamblea legislativa.
Para ser completamente franco, declaro que hasta la fecha, jamás había conocido, ni acá, ni fuera del país, que delincuentes se hayan declarado como fuerza política. De hecho, como delincuentes y por las actividades delincuenciales (extorsiones, tráfico de droga, robos, asaltos, homicidios etc.) estos grupos influyen directa o indirectamente en la política de cualquier país. Pero de esa realidad a que se organicen e integren como partido político, hay un verdadero abismo.
Es de todos conocido que dentro de los partidos políticos, y de los organismos oficiales a los cuales se integran, (oficinas públicas) han existido, y creemos que existen, verdaderos delincuentes de los llamados de cuello blanco, pero estos han logrado colarse muy bien disimulados, y otros se han convertido al reino del mal, ya siendo funcionarios, al aprovechar las comodidades, inmunidades (que se convierte en impunidades) y ventajas, que los cargos ofrecen de por sí.
Los salvadoreños, que ya casi no tienen razón para sorprenderse de nada de lo que acá sucede, no han dejado de asustarse al conocer las declaraciones del “mediador”. No importa que dentro de estas declaraciones afirme que quien desee integrarse al partido propuesto, deberá abandonar la pandilla.
Para que lo dicho funcione, debería haber un registro oficial de pandilleros, y la pandilla debería haber sido reconocida por el ministerio de gobernación, previos los trámites de ley. Por otro lado, es sabido que el pandillero no puede abandonar la pandilla so pena de muerte de la misma pandilla. Por lo tanto creemos que la pretensión de elevar a los mareros a categoría de partido político no deja de ser una mera ambición más del ser humano, en su insaciable deseo de más poder, hasta el infinito.
De todas maneras, y ante tan delicada situación, sería conveniente y hasta obligatorio que aquellos dignatarios de la iglesia católica que se dieron espectacular color cuando el tema de la tregua, deberían manifestarse expresamente -ante propios y extraños- en el sentido de si esta iniciativa tiene el aval de la Iglesia, de algunos dignatarios de la misma, o por lo menos si tiene la “bendición” del padre Toño, o si la iglesia es indiferente o si tiene el total rechazo de clero y demás. En todo caso, los salvadoreños nos podemos dar cuenta de hasta dónde llega el atrevimiento de este sector al margen de la ley, de proponer semejante iniciativa.
Por nuestra parte estamos confiados de que la ley impide la realización de dicha propuesta, aunque no nos extrañaría que el TSE, presionado por los políticos enquistados en lugares estratégicos, o presionados por las mismas pandillas como lo hacen con jueces y fiscales, logren superar los requisitos, y finalmente obtengan lo ambicionado por los “mediadores”.
Podrán calificarnos de obsoletos, o de contrarios al desarrollo natural de la humanidad, pero por estar convencidos de que existen valores permanentes que no pierden fuerza ni moda, sostenemos que nuestros ojos no verán la debacle (más aún que la actual) que se aproxima. Créannos o no, nuestra lucha por mantener nuestra sociedad en su digno estatus como sociedad moderna, condena y condenara siempre temas delicados como el aborto, el “matrimonio entre el mismo sexo” y la negociación del estado con la delincuencia. Que Dios proteja a El Salvador