LABOR ENORME PARA LAS IGLESIAS

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Por Mauricio Eduardo Colorado.- La terrible situación de nuestro país, exige que todos los sectores y agrupaciones en pro del bienestar de los habitantes de este sagrado territorio, realicen sus mejores esfuerzos para desentrampar a nuestro terruño de esta crisis que las fuerzas del mal han lanzado contra nuestro país. Las drogas, las mafias, las pandillas y los territorios bajo su control, y sumado a esto, los problemas ocasionados por el control político del país, que implica elecciones poco transparentes y campañas políticas anticipadas, todo embarrado por leyes y reglas poco inteligibles por tantas contradicciones, algunas legítimas en su origen y otras muchas de corte artificial, producidas unas por entidades oficiales y otras por deliberadas actitudes de interesados en mantener un verdadero caos, consecuente con el antiguo refrán: “En rio revuelto, ganancia de pescadores” A estos niveles del desorden se hace necesario recurrir a los poderes divinos superiores a los humanos, y que mejor que acudir a quienes supuestamente se encuentran mas cerca de la divinidad, aunque demasiadas veces nos encontramos con representantes humanos que distorsionan y se aprovechan de la debilidad del ser humano para extender la explotación del mal y aprovecharse de la buena fe de los feligreses. Tal fenómeno de explotación religioso lo hemos observado en muchas iglesias que, con pastores de dudosa moralidad, se han servido económicamente, o en otros campos poniendo la moralidad y religiosidad de la iglesia, en situaciones que dejan un pésimo predicado. Sin embargo, es en estos momentos de crisis en que las Iglesias, y no excluyo a la Católica, por ser la mas antigua y en la mayoría de veces la mejor organizada, las entidades que mas comprometidas deberían sentirse con las comunidades, guiándolas por los caminos del bien. En el caso particular de las pandillas o maras, se ha llegado a un momento realmente trágico, en el cual, la lucha del mal contra el bien, ha roto todos los parámetros y se ha apoderado del ambiente nacional. Las actividades de estos grupos han traspasado las fronteras de lo razonable, y la maldad se practica sin disimulo, abiertamente y con la mayor naturalidad. La comercialización de las drogas es práctica común y corriente en muchos lugares del país. La corrupción de los poderes públicos políticos, se combina con los pandilleros al grado de celebrarse convenios o acuerdos entre representantes de cualquiera de esos sectores irregulares de la vida nacional. Se ha llegado a escuchar de altos personeros oficiales del gobierno, que no sería descartable permitir la transformación de estos grupos irregulares en partidos políticos, a manera de abrirles las puertas de la legalidad para que operen con el respaldo del reconocimiento oficial. Y a todo esto, creemos que las iglesias, católica o evangélica, mantienen un silencio sepulcral, inexplicable, que la comunidad requiere con urgencia. Es hora de que el sector religioso de nuestro país ejerza influencia por medio de la prédica, o la influencia que de alguna forma ejerce entre sus afiliados, para detener esta situación que de alguna forma nos tiene ahogados y nos llevara, mas temprano que tarde al colapso total como país. Las iglesias deben hacer examen de conciencia y proponer soluciones para rescatar nuestro país. Tomen en cuenta que de no reaccionar de inmediato, podrá suceder como en el gobierno que ha ocurrido un desborde de la delincuencia cuya solución refleja una solución radical y violenta, como solución última, que provocara mas sangre, dolor y muerte