Tras meses de relativa calma, Cisjordania y uno de los lugares más santos de Jerusalén vuelven a ser escenario de violencia y tensión
“La mejor respuesta al terrorismo es impulsar el asentamiento en Judea y Samaria [Cisjordania]. Por eso, he ordenado promover el plan para construir 400 viviendas en la comunidad de Adam”, tuiteó el viernes el ministro de Defensa israelí, Avigdor Liberman tras el atentado que el hueves por la noche acabó con la vida del Yotam Ovadia (31). Este israelí -casado y padre de dos hijos pequeños- fue apuñalado varias veces por el palestino Mohamed Yousef (17) en el asentamiento Adam, situado cerca de Jerusalén, donde el viernes la Policía cerró varias horas los accesos de la Explanada de las Mezquitas con motivo de los disturbios entre palestinos y agentes.
Armado con un cuchillo, Yousef penetró en Adam sin problemas gracias a que tiene un carácter más urbano y con menos verjas de seguridad que el resto de colonias en Cisjordania. Tras atacar a Ovadia y a otro civil de 58 años que resultó herido de gravedad, Yousef se encontró con el vecino Asaf Raviv (41). Fue cuando el palestino se abalanzó hacia él hiriéndole en el hombro. Su último movimiento. “Pensaba que se trataba de una reyerta cuando de repente el terrorista intentó apuñalarme en el cuello pero pude retroceder. Me persiguió y le disparé. En ese momento es o él o tú”, recuerda Raviv señalando que tuvo suerte al llevar su pistola en su bolsa.
Yousef procedía de la aldea palestina de Kobar (cerca de Ramala) de la que hace un año salió otro joven para apuñalar y matar a un israelí y sus dos hijos en su casa de la colonia de Halamish.
Soldados y agentes del Shabak (servicios secretos internos) llegaron a Kobar, interrogaron a familiares de Yousef y midieron su casa para una futura demolición en una medida que combina castigo al autor del asesinato y disuasión para potenciales imitadores. ONG israelíes e internacionales denuncian esta práctica como “castigo colectivo”. Las tropas realizaron cuatro detenciones antes de salir de la localidad en medio de choques con un centenar de palestinos.
Ante el temor de que el ataque despierte una nueva ola de ‘lobos solitarios’ ya sea con apuñalamientos, atropellos o disparos, el Ejército israelí ha incrementado su presencia en Cisjordania.
No es la primera vez que la coalición derechista israelí responde a un atentado en una colonia con el anuncio de un nuevo plan de viviendas en la misma. El liderazgo palestino y gran parte de la comunidad internacional denuncian que la construcción en los territorios ocupados por Israel en la guerra del 67 “es ilegal y un obstáculo para un acuerdo basado en la creación de un Estado palestino”.
El grupo islamista Hamas, que controla la Franja de Gaza desde el 2007, espera que el cuchillo de Yousef reactive la “resistencia armada” en Cisjordania. “Felicitamos esta heroica actuación. Es la continuación de la Intifada y la respuesta natural a los crímenes de la ocupación israelí contra nuestro pueblo”, afirmó el portavoz islamista Fawzi Barhoum.
Como cada viernes desde el inicio de la llamada “Marcha del Retorno a finales de marzo, la frontera entre Israel y Gaza fue escenario de protestas y choques. Hamas convocó a varios miles para “honrar a los mártires” en una jornada que registró la muerte de dos palestinos, entre ellos un adolescente, por fuego israelí. Asímismo, varios soldados israelíes fueron objeto de disparos palestinos desde el norte de la frontera de Gaza sin provocar heridos exactamente una semana después de que un uniformado muriera en un ataque similar. Si las intensas gestiones de la ONU y Egipto no lo evitan, Israel y Hamas parecen condenados a un nuevo enfrentamiento a gran escala. Aiunque afirmen que no es su deseo ni objetivo.
Tras los rezos del viernes, el Noble Santuario (Islam) o Monte del Templo (Judaísmo) volvió a asociarse con tensión. La Policía israelí afirma que sus agentes irrumpieron en la explanada después de que decenas de palestinos les lanzaran piedras y fuegos artificiales antes de atrincherarse en la mezquita. El órgano islámico (Wakf) replica que las cargas policiales con gases lacrimógenos motivaron los choques y denuncia el cierre del santuario. Al atardecer, sus accesos volvieron abrirse.