Por Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra.- Vaticinan las autoridades salvadoreñas que la situación de violencia del país, sólo podrá ser controlada, hasta dentro de cinco años: significa que veinticinco mil personas, perderán su vida en esta ruleta de la muerte que vive El Salvador: ya han sido asesinadas treinta y siete mil personas en los últimos siete años de Gobierno.
En esta lotería de la muerte, no se sortea sólo la vida: que siguen en una proporción mayor otros delitos: lesiones, violaciones, extorsiones etc. Si en promedio por año, la Fiscalía General de la República, procesa cien mil casos que no llegan a judicializarse, debe esperarse que, en la presente racha de violencia, sean vejadas quinientas mil personas, y sin contar con las “rentadas” que son el 73% de las empresas formales y el 90% de las informales, lo cual pone en crisis a todo el sistema económico nacional.
Un Gobierno incapaz de controlar 21,041.00 km2, con una población de 6.34 millones de habitantes, es un Estado fallido: mayor criminalidad, menor crecimiento económico y potenciación de la criminalidad, a causa de la necesidad de supervivencia, y el Gobierno plantea como solución, la creación de más impuestos y de un nuevo pacto social.
En El Salvador, ya hay dos sociedades: la que vive legalmente, dentro de un sistema y, la que vive del mismo sistema, pero ilegalmente. Se calculan 60,000 pandilleros y 450,000 familiares que dependen de ellos, es casi el 10% de la población salvadoreña dentro del territorio nacional.
Ninguna sociedad moderna puede sostener al 10% de su población, si ésta ejerce presión de violencia y delincuencia contra el resto y, más aún, si lo hace con la anuencia del Gobierno. Consideremos que esta situación no ha evolucionado de la nada: es derivación del pasado conflicto armado, que dejo viva la lucha ideológica, que se ha materializado hoy, en conflicto social, auspiciado desde el mismo Gobierno.
De poco más de 100,000 jóvenes que tendrían que sacar el DUI antes de las elecciones de marzo de 2018, sólo 3000 lo han sacado ¿Por qué? Porque su vida es completamente fuera del sistema, o sea, que viven y se desarrollan paralelamente a la sociedad, sin relación productiva con ella, pero que sí, les provee de su subsistencia.
La actual crisis económica, fuerza a la informalidad y ésta, facilita la vida ilegal basada en la delincuencia. El Estado está creando dicha crisis y, no serán más controles, los que lograrán frenarla; será sólo el desarrollo económico privado, sostenible y progresivo, pero el Gobierno lo considera inaceptable, pues a su juicio, del desarrollo económico, nacen los males sociales.
Ya está en marcha la ruleta de la muerte, a la que el Gobierno salvadoreño nos ha condenado; miles de víctimas padecerán vejaciones o morirán; sin embargo, mientras tal sucede, sólo se considera una negociación con estos grupos delincuenciales, como si fuesen estructuras políticas lícitas. Se creará así, un mayor caos y crisis social que están siendo paleados gracias a la emigración, primero interna y luego, hacia el exterior, aunque ese alivio, ya es insostenible,
¿Alzarán su voz ese medio millón de personas que sufrirán un destino inhumano? Muy probablemente no, pues nadie espera ser un ganador en la lotería de la muerte y, si sale sorteado, espera que las consecuencias no sean mayores, o pueda emigrar.
Ningún país extranjero tiene que soportar en su tierra, nuestros problemas internos, pero sí, presionar para evitar que El Salvador se vuelva polo de inestabilidad regional; no sería intervencionismo, sino la aplicación, de que la libre determinación de los pueblos, no debe afectar los intereses de los otros Estados.