El vínculo entre la salud del corazón y la grasa acumulada en nuestro cuerpo ha sido analizado durante años, pero una reciente hipótesis podría modificar lo que se creía hasta ahora.
Un grupo de especialistas, encabezado por el reconocido cardiólogo Milton Packer, sostiene que la acumulación de grasa visceral —la que rodea los órganos y no siempre se nota a simple vista— puede ser la principal responsable de una forma de insuficiencia cardíaca que afecta a millones de personas en el mundo.
Este descubrimiento, presentado por el American College of Cardiology, invita a repensar la prevención y el diagnóstico para situaciones en las que el índice de masa corporal (IMC) no es suficiente.
Cuando el corazón se endurece: el papel inesperado de la grasa interna
La insuficiencia cardíaca con fracción de eyección preservada (HFpEF) es una afección cada vez más frecuente, caracterizada por el endurecimiento del músculo cardíaco. Aunque el corazón sigue bombeando sangre, pierde flexibilidad y no logra adaptarse correctamente al volumen que recibe.

Este trastorno provoca sobrellenado y aumento de la presión interna, generando síntomas como falta de aire durante actividades cotidianas y retención de líquidos en pulmón, abdomen o piernas.
Hasta ahora, se señalaba a la hipertensión como la principal causa de HFpEF. Sin embargo, la hipótesis de las adipocinas propone un cambio radical atribuyendo el origen de la enfermedad a la biología de la grasa interna. Según Packer, las variaciones en este tejido explicarían por qué el problema aparece incluso en pacientes que no cumplen con el criterio de obesidad tradicional.
¿Qué es la grasa interna y por qué importa?
No toda la grasa del cuerpo se comporta igual. Existe una grasa visible, que se acumula bajo la piel, y otra denominada grasa visceral o interna, que rodea órganos como el corazón, el hígado o los riñones. Es menos evidente, pero más activa a nivel biológico.
La grasa interna no es simplemente un depósito de energía, sino que actúa como un órgano que libera mensajes químicos, llamados adipocinas.

Cuando el cuerpo mantiene niveles normales de grasa interna, estas moléculas ayudan a proteger órganos, reducen la inflamación y regulan la cantidad de líquidos y sodio. El problema aparece cuando crece en exceso: la biología de la grasa cambia y produce adipocinas “dañinas” que pueden generar inflamación, daño y fibrosis en el corazón.
El papel de las adipocinas en la salud cardíaca
Las adipocinas son mensajeros químicos exclusivos de la grasa corporal. Cumplen funciones positivas en equilibrio, pero su perfil puede volverse perjudicial si hay demasiada grasa interna. Este desbalance lleva a un ambiente de inflamación y estrés que impacta directamente sobre el músculo cardíaco. Así, según la hipótesis de Packer, son las propias señales enviadas por la grasa interna las que desencadenan muchos de los problemas en la HFpEF.
En este sentido, algunos fármacos ya demuestran ser eficaces para revertir los daños en el corazón, no por actuar allí directamente, sino por normalizar las señales químicas que genera la grasa interna.
La cintura como dato clave: más allá del IMC
El artículo de Packer se suma a las corrientes recientes que dejan de lado la denominación clásica de la obesidad como criterio basado únicamente en el IMC (que mide la relación entre peso y altura, pero no distingue masa grasa de músculo u hueso).

En cambio, resalta el valor de la relación cintura-estatura: un cálculo sencillo que compara el perímetro de la cintura con la altura total. Los datos muestran que casi todos los pacientes con HFpEF presentan una relación superior a 0,5; es decir, su cintura supera la mitad de su estatura.
Esto significa que una persona puede no ser “obesa” según su IMC, pero igualmente tener un elevado riesgo por exceso de grasa interna. La relación cintura-estatura, por lo tanto, se convierte en una herramienta clínica relevante y fácil de medir para médicos y pacientes.
Un nuevo horizonte para la prevención y la clínica cardíaca
El avance de la hipótesis de las adipocinas introduce un desafío concreto para la práctica médica. Milton Packer resalta la importancia de que los profesionales de la salud observen con atención a quienes presentan una relación cintura-estatura elevada.
Muchas personas con dificultad para respirar al caminar atribuyen el síntoma a la obesidad, cuando en realidad podrían estar frente a una insuficiencia cardíaca que sí puede tratarse si se identifica a tiempo. Por eso, se recomienda interrogar activamente sobre signos compatibles con HFpEF en estos pacientes y repensar los criterios tradicionales de diagnóstico.
Comprender el papel de la grasa visceral y medir la relación cintura-estatura podrían convertirse en herramientas esenciales para la prevención, el diagnóstico y el tratamiento de una enfermedad que afecta a millones. El futuro de la cardiología, según este enfoque, pasaría por mirar más allá de los números tradicionales y atender una de las claves biológicas más relevantes para la salud cardíaca.