La doble vara del Gobierno de España ante el conflicto en Medio Oriente

Por Luis Vazquez-BeckerS

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En el escenario internacional, la coherencia diplomática es un valor escaso. El gobierno de España, encabezado por Pedro Sánchez, ha intensificado sus ataques contra el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, acusándolo de “genocidio” y promoviendo sanciones sin precedentes. Sin embargo, esta postura beligerante contrasta con una alarmante frialdad frente al terrorismo de Hamás y otras organizaciones extremistas que operan en Medio Oriente.

Mientras Israel enfrenta una guerra existencial contra grupos que han asesinado civiles, secuestrado niños y lanzado miles de cohetes contra su población, el Ejecutivo español ha optado por un discurso que minimiza —cuando no omite— la condena explícita al terrorismo islamista. Las declaraciones de Sánchez sobre Hamás han sido vagas, diplomáticamente neutras, y carentes de la contundencia que sí reserva para el gobierno israelí.

Medidas desproporcionadas contra Israel

  • Embargo total de armas y municiones.
  • Prohibición de tránsito aéreo y marítimo para material militar.
  • Veto de entrada a funcionarios israelíes.
  • Amenazas de boicot a eventos internacionales como Eurovisión y el Mundial 2026.

Estas acciones no solo tensan las relaciones bilaterales, sino que colocan a España en una posición de aislamiento frente a sus socios europeos y atlánticos, muchos de los cuales reconocen el derecho de Israel a defenderse ante ataques terroristas.

Silencio frente al extremismo

En contraste, el gobierno español no ha impulsado sanciones contra Hamás, Hizbulá, ni otros actores que promueven la violencia en la región. Tampoco ha exigido responsabilidades a Irán, principal patrocinador de estos grupos. La narrativa oficial parece ignorar que el conflicto no es unilateral, y que la población israelí también sufre el terror de organizaciones que no reconocen su derecho a existir.

¿Diplomacia o ideología?

La política exterior de Sánchez parece guiada más por una agenda ideológica que por principios de justicia y equilibrio. Al demonizar a Israel y relativizar el terrorismo, el gobierno español corre el riesgo de perder credibilidad como actor imparcial en la escena internacional.