Por Eduardo Vázquez Bécker.- El 26 de octubre de 1960, un grupo de militares inconformes con el alto mando, entre ellos el Coronel Cesar Yanes Urías, Teniente Coronel Miguel Angel Castillo y el Capitán Mayor Rubén Alfonso Rosales, se aliaron a los movimientos de izquierda entonces liderados por los civiles Ricardo Falla Cáceres, Rene Fortín Magaña y Fabio Castillo, a la fecha secretario general del Partido Acción Renovadora, PAR, fachada del partido comunista salvadoreño, y derrocaron al presidente José María Lemus. Su propio compadre, el coronel Rubén Alfonso Rosales “charro” Rosales, fue quien desde el Cuartel El Zapote, frente a la casa presidencial de San Jacinto, le ordenaba con la ayuda de un parlante, que se rindiera “porque había un nuevo gobierno”.
Lo que no habían logrado las organizaciones populares manejadas por Shafick y el partido comunista lo habían logrado los compadres del presidente. Con el golpe del 26 de octubre, en 90 días, los comunistas lograron mucho más poder de lo que han logrado desde la firma de los Acuerdos de Paz.
Los corredores de casa presidencial, en sus cuatro vertientes, se mostraban a los que podían tener acceso a ese histórico edificio, llenos de “luchadores sociales” como le gusta llamarlos a Dagoberto Gutiérrez, con banderas de Cuba y la entonces URSS. Cantaban la Internacional con cualquier pretexto y se disponían a enjuiciar a funcionarios, militares y civiles, que habían servido al derrocado gobierno.
Las expresiones patrias de ¡Dios, Unión, Libertad!, dejaron de escucharse para dar lugar a los gritos de ¡El pueblo Unido jamás será vencido!
Había transcurrido 93 días desde que el partido comunista y sus organizaciones de fachada se tomaron casa presidencial en el barrio San Jacinto. A las amenazas socializantes y al empeño por convertir a El Salvador en el segundo país socialista de América Latina, se sumaron otras menos graves pero más realistas. Había que conformar el aparato de control del Estado jamás visto en el país.
La Junta estaba decidida a derogar la Ley Electoral que había rechazado al Partido Abril y Mayo, PRAM. La Corte Suprema de Justicia había resuelto el 8 de diciembre de ese año (1960), favorablemente, un Recurso de Amparo Constitucional por no haber sido inscritos cuando lo solicitaron y Roque Dalton junto a Ernesto Ramírez Guatemala andaban repartiendo tierras en el occidente del país al grito de ¡Feliciano Ama Vive!
Para agregarle más botones al traje, habían decidido de manera desafiante mantener relación diplomática y económica con Cuba a pesar de que América Latina las había suspendido, asegurando que no había motivo para ello y que el camino hacia el socialismo estaba abierto. No imaginaban lo que se venía.
El 25 de enero de 1961 dos militares y tres civiles liderados por el coronel Aníbal Portillo derrocaron a la Junta de Gobierno y se formó el Directorio Cívico-Militar integrado por los coroneles Aníbal Portillo y el también coronel Julio Adalberto Rivera y los civiles Dr.Feliciano Avelar, Dr.José Antonio Rodríguez Porth y el Dr.José Francisco Valiente.
La izquierda acusó a la embajada de los estados Unidos de ser la responsable del nuevo golpe y declaró que la guerra había comenzado. Tocaban las puertas de los cuarteles pidiendo armas para derrocar a los nuevos gobernantes pero no tuvieron éxito.
El 6 de abril de 1961 los Doctores José Antonio Rodríguez Porth y José Francisco Valiente renunciaron al Directorio Civico-Militar, el 11 de septiembre de 1961 Renuncio al Directorio Cívico-Militar el Coronel Julio Adalberto Rivera y en sustitución fue nombrado el Coronel Mariano Castro Morán.
En 1961 se anunciaron elecciones para una asamblea constituyente, el presidente de esta asamble constituyente fue Eusebio Rodolfo Cordón Cea; el 25 de enero de 1962 fue declarada la nueva Constitución de El Salvador y Eusebio Rodolfo Cordón Cea fue declarado presidente provisorio, mientras se preparaban los comicios para la elección.
En la Proclama de la Fuerza Armada aseguraba que el golpe se debió a que, a raíz del golpe del 26 de 1960, fuerzas disociadoras se habían movido en toda la República en plan de agitación para socavar y destruir las instituciones patrias, que la situación económica del país se había agravado por ele elevado índice y que para contribuir efectivamente a la solución de los ingentes problemas nacionales, había acordado deponer a la Junta de Gobierno. Anunciaba asimismo que se disponía a corto plazo a implementar las medidas necesarias para el mejoramiento de las condiciones de vida del país.
“La Fuerza Armada de la República, considera de su responsabilidad histórica en los actuales momentos y unidad como nunca en sus aspiraciones de salvación y voluntad constructiva, su deber de dirigirse al Pueblo Salvadoreño con el objeto de definir públicamente su posición ante los graves problemas políticos, económicos y sociales que confronta la Nación. Decía la Proclama.
El directorio de inmediato se propuso reformar el sistema tributario de modo que la imposición resultara equitativamente progresiva con respecto al nivel de ingresos de los contribuyentes; propiciar el incremento de la producción agrícola y elevar los ingresos del campesinado mediante la revisión y planificación del empleo y tenencia de la tierra.
También se propusieron intensificar la construcción de vivienda rural y urbana para campesinos, obreros y empleados; extender los servicios asistenciales: médicos, hospitalarios y sanitarios de toda la Nación, desarrollar progresivamente el Seguro Social, hasta abarcar toda la población laboral e intensificar la educación técnica del campesino y del obrero con miras a facilitar el establecimiento de nuevas fuentes de producción y mejorar el nivel productivo de la República.