La realidad es que la gente cada día está más preocupada por su salud. Eso implica que se interesa por saber qué es lo que come y si las empresas que fabrican lo que consumen cumplen con sus promesas de ser responsables con el cuidado del Medio Ambiente durante toda la cadena de producción. Esto ha llevado a las grandes compañías como Nestlé, Ferrero y Nocilla a tratar de enmascarar que seguirán empleando aceite de palma y varios productos de origen químico, en la fabricación de sus chocolates y derivados del cacao, resaltando otras propiedades y cambios, que aparentemente hacen que sus productos destaquen como “más sanos”.
El caso del azúcar Desde que se trajo de América, donde era una bebida habitual y hasta de carácter religioso para los aztecas, el cacao y su conversión en chocolate ha sido un negocio muy rentable, gracias a la enorme aceptación que este producto tuvo, en los paladares del resto del mundo. Pero el gusto del cacao es amargo por naturaleza y para producirlo de forma masiva, se lo mezcló con diferentes cantidades de azúcar, para darle ese inconfundible y delicado sabor, que va del extremadamente dulce, al cada vez más natural (dicen los fabricantes que esto depende de los porcentajes de cacao puro).
Azúcar: el peor ingrediente de la dieta moderna, es fuente de infinidad de enfermedades, tantas que la OMS ha llegado a sugerir un impuesto adicional a las bebidas que contuvieran este ingrediente, con el fin de disuadir a los consumidores de comprarlas, dado que provoca diabetes, obesidad y un largo etc. Siempre atentos a las exigencias de los consumidores de contar con productos cada vez más sanos, las empresas que fabrican chocolates han sustituido el azúcar por distintos edulcorantes desde hace muchos años. Primero fueron los chocolates para diabéticos, luego los “bajos en azúcar” y últimamente los subproductos del cacao, los que se presentan como sanos por carecer del temido componente.
¿Y el aceite de palma? Este componente que se emplea como espesante para infinidad de productos, que el público consume o emplea diariamente tiene dos problemas fundamentales: el primero es que no es sano y el segundo, que la mayoría de las plantaciones de la palma aceitera no solo no son sostenibles, sino que han provocado extensas deforestaciones.
Lugares como la Isla de Borneo, Indonesia, Malasia y hasta partes de la Amazonia americana, han perdido sus bosques y la superficie que antes ocupaba la flora autóctona hoy es una enorme plantación de palma aceitera. Esto ha puesto en grave peligro a muchos animales; de hecho, por esta causa, los orangutanes de borneo se extinguirán en 10 años. En definitiva, que lo que se le está vendiendo a los amantes de los chocolates y sus derivados, ya sean barritas, cremas, bombones, etc. de origen industrial, sigue siendo un producto no muy saludable, con una publicidad que oculta muchas realidades.